Protagonistas de la historia
CHARLES DE GAULLE:
El hombre predestinado de Francia
“El general Charles de
Gaulle es una de las personalidades más
interesantes de nuestra época. Nos atreveríamos a decir que un caso excepcional
entre los gobernantes de su tiempo; una persona donde el hombre y el
político aparecen totalmente identificados en sus defectos y en
sus virtudes; un hombre nacido para mandar y
un político que
estuvo convencido de ser
la encarnación histórica de
Francia, que tiene una fe ciega en los
destinos de su país y que se propuso
convertir a Francia en la primera nación de Europa, quiéranlo o no los
franceses, lo consientan o no el
resto de los países
europeos. Porque Charles
de Gaulle fue un hombre con ideas
propias, independiente y
tenaz, que se nos aparece como
un eterno rebelde
a lo largo de toda su vida”, así se expresa uno de
sus biógrafos José María Ballester, sobre la personalidad de este protagonista
de la historia.
SU ESTIRPE
Charles de Gaulle nació
en Lille en 1890, en el seno de una familia conservadora de tendencias
monárquicas y formación católica. Estudió en un colegio religioso y
posteriormente se graduó en la academia militar
de Saint-Cyr. Fue destinado a un regimiento cuyo coronel jefe era Pétain, luego
célebre mariscal de la I Guerra Mundial. De Gaulle participó en ella, fue
herido y hecho prisionero por los alemanes. En el período de entreguerras, fue
ascendiendo regularmente y se
caracterizó por sus repetidos intentos de llamar la atención de las
autoridades en pro de una reforma del ejército y de la constitución de unidades acorazadas. La II Guerra Mundial
le sorprende con el grado de coronel. Es ascendido a general
de brigada provisional y nombrado subsecretario de Estado para la Defensa.
Cuando el mariscal Pétain, en el nuevo gobierno, pide el armisticio, De
Gaulle huye a Londres y lanza su proclama de rebeldía. De 1940 a 1943
constituye, con grandes esfuerzos, el
embrión de la Francia libre de ultramar. A partir de 1943 se transforma en el
líder, cada vez menos discutido, de la nueva
Francia.
Durante todo 1945
Charles de Gaulle continuó batallando con los aliados como con su enemigo
común. Su energía se dedicaba tanto a luchar por un sitio de igualdad para
Francia en el mundo de la postguerra, como a la lucha contra los nazis.
En febrero de 1945
Franklin Delano Roosevelt, presidente de Estados Unidos de Norteamérica y
Winston Churchill, primer ministro de la Gran Bretaña, se reunieron con el
líder ruso Joseph Stalin, en la ciudad turística de Yalta, en el mar Caspio.
Allí hicieron planes para el ataque final contra Hitler y para el período de la
postguerra. No se invitó al general De Gaulle. Roosevelt fue el principal
responsable de que no se le incluyera, pero Stalin y Churchill tampoco
protestaron mucho. De hecho, Churchill comentó: "No se me ocurre que haya nada más desagradable e imposible que
tener a ese amenazador y hostil entre nosotros".
No obstante, Churchill
luchó a brazo partido durante la conferencia en pro de los intereses franceses.
Consiguió para Francia una invitación como copatrocinadora, junto con los
Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y China, de las Naciones
Unidas, que se formarían en poco tiempo.
De Gaulle se enfureció
por el desaire que representaba para él la reunión de Yalta. Rechazó la
invitación a patrocinar las Naciones Unidas, y lo que fue peor, rechazó la
invitación del presidente Roosevelt a reunirse con él en Argelia para
informarle sobre lo que había sucedido en Yalta.
En esa ocasión de
Gaulle fue demasiado lejos.
Tras de los
desembarcos aliados, entra en París, preside el gobierno provisional, del que dimite. De 1946 a 1958 vive apartado
de la política y escribe sus memorias. En
1958 vuelve al poder ante los acontecimientos de Argelia.
LOS AÑOS DEL OCASO
La crisis de Argelia
no había agotado la gran energía de Charles de Gaulle. Durante esos años
también dedicó muchos esfuerzos a la reconstrucción de Francia. Por fin tenía
la oportunidad de crear la clase de gobierno que en su opinión se necesitaba
para restablecer la plenitud de la grandeza de su país. Había sentado las bases
de una nueva constitución que le daba al presidente el poder supremo. Ahora el
presidente desempeñaba su cargo durante un período de siete años y ya no podía
ser expulsado de su cargo por un Parlamento bajo el dominio de los partidos.
En 1959 el pueblo de
Francia demostró que también había llegado a respaldar este nuevo concepto de
gobierno. La votación a favor de la Constitución fue del 80 por ciento. El
pueblo también mostró una nueva confianza en el hombre de las ideas. Eligieron
a Charles de Gaulle como primer Presidente de su nueva Quinta República.
Con las bases en su
sitio y el apoyo del pueblo, De Gaulle logró llevar orden y fuerza al país. De
la estabilidad de su nuevo gobierno, menos partidista, surgieron algunos de los
años más pacíficos y prósperos que Francia ha visto en muchos años.
De Gaulle también
comenzó a prestar atención a la función del gobierno que más amaba: la política
exterior. Más aún que de la prosperidad y la unidad domésticas, De Gaulle creía
que la grandeza de Francia dependía de
atrevidas e independientes negociaciones con el resto
del mundo.
Resuelto el problema
argelino dando la independencia a este
país que suscita el descontento
de parte del ejército y de los
colonos, se lanza a grandes reformas de política exterior (OTAN, Mercado Común,
la Europa de las patrias), e interior. A partir de mayo de 1968, la presión estudiantil y obrera
pone en crisis su gobierno y provoca su dimisión en 1969. Muere el 9 de
noviembre de 1970.
Bibliografía:
-De Gaulle,
biografía de Jean Lacouture, Editorial Salvat de Grandes Biografías.
-De Gaulle,
biografía de Susan Banfield, líderes del mundo, Editora Cinco.
Charles de Gaulle,
de José María Ballester, Protagonistas de la Historia, de Iberico Europea
Ediciones.
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