martes, 20 de febrero de 2018


Grandes virtuosos de la música

ANTONIO VIVALDI
Un virtuoso del violín y un fértil compositor

A pesar de ser uno de los más famosos músicos del Barroco y de todos los tiempos, muy poco se sabe sobre la vida de Antonio Vivaldi, a tal punto que sus biógrafos se contradicen con frecuencia. Nació en Venecia (Italia), probablemente el 4 de marzo de 1678, justo el día en que un violento terremoto sacudía la ciudad, destrozaba los puentes y desbordaban los canales.
Su padre, Giovanni Battista, fue un excelente violinista que formó parte de la orquesta de la capilla catedralicia de San Marcos de Venecia, en 1685. Había nacido en Brescia, pero se trasladó en 1666 a Venecia para convertirse en un músico profesional.

LOS GENES NUNCA FALLAN
Allí, en la ciudad de las góndolas, se casó con Camilla Galicchio. De esta unión nació Antonio Lucio, el mayor de siete hermanos. El padre era conocido con el sobrenombre de « Rosso», debido a su cabello pelirrojo. Él fue el primer maestro de Antonio, quien heredó no sólo una cabellera del mismo color, por lo que años después se conoció a Vivaldi como «il preterosso» (el cura pelirrojo), sino también lo más importante: el oficio de músico y los buenos contactos sociales con la nobleza veneciana, lo que le permitió abrirse camino en la vida.
Parece que Vivaldi llegó a estudiar con Giovanni Legrenzi (1626-1690), uno de los más renombrados e influyentes compositores de su tiempo. Pero Legrenzi murió cuando Vivaldi tenía doce años y se ignora con quién o dónde prosiguió sus estudios. Como fuere, el joven Antonio hizo tales progresos en su educación musical, que rápidamente obtuvo un puesto de violinista suplente en la orquesta de San Marcos. De este modo, tuvo una espléndida oportunidad para familiarizarse con los secretos de la interpretación orquestal. Este aprendizaje le sería de gran valor para su futuro como director.

A LA VIDA RELIGIOSA
Probablemente por deseo de su padre, Antonio Vivaldi inició la carrera eclesiástica en 1693. El sacerdocio no interfería para nada con su vocación musical. Ordenado sacerdote el 23 de marzo de 1703, en Venecia, a los 25 años, Vivaldi fue enviado a San Geminiano, una iglesia renacentista que fue demolida en 1807 por orden de Napoleón. Su principal obligación como sacerdote era oficiar misa, que, en esos tiempos, no era un ritual recitativo, sino cantado. Según la leyenda, un día, en plena misa, surgió en su mente un tema musical. Dejó el altar, abandonó a los fieles y corrió a la sacristía para trasladar al papel su inspiración. Luego regresó para terminar el oficio. Esa infracción le valió ser procesado por el Santo Oficio, que, según se comentó, le prohibió volver a decir misa. Todo hace pensar que Vivaldi no sufrió ningún conflicto de tipo religioso, sino que lo que más lamentó fue la reducción de sus ingresos.
Perdido su salario como sacerdote oficiante, Vivaldi se las ingenió para sacarle mejor partido a su condición de músico. En una carta muy posterior - generalmente datada por los musicólogos en 1731- , Vivaldi desmentiría haber sido sancionado por la Iglesia: “No he dicho la misa durante 28 años y tampoco volveré a decirla, no por orden o prohibición alguna, sino por mi propia voluntad, debido a una enfermedad que he sufrido desde mi nacimiento y que aún me aflige. Después de que fui ordenado sacerdote, dije misa durante casi un año y luego me abstuve, pues tuve que dejar el altar tres veces antes de acabarla por causa de mi enfermedad. Por eso vivo casi siempre en interiores y sólo salgo en góndola o carruaje, ya que no puedo caminar sin sentir dolor y opresión en el pecho. Ningún caballero me ha invitado a ir a su casa, ni siquiera nuestro príncipe, porque todos conocen mi afección. Puedo salir a pasear después de la cena, pero nunca a pie. Ésta es la causa de que nunca diga misa”. Al parecer, padecía de asma, enfermedad por aquella época muy frecuente en Venecia.
En septiembre de 1703, el mismo año de su ordenación sacerdotal, Vivaldi entró como profesor de violín en Lospedale della Pietá. Luego fue nombrado compositor, director d coros y finalmente de una orquesta estable. La relación del compositor con esta institución duró 37 años, con varias y extensas interrupciones. Muchos de sus viajes a Europa eran para difundir sus obras.

SU REPERTORIO
Viviendo como vivía en Venecia, era casi obligado que Vivaldi se sintiera atraído por la ópera, género musical que nació  en la ciudad de los canales. En el siglo XVII se abrieron los primeros teatros privados y se sacó a la opera de las cortes principescas. Nuestro biografiado se inició tarde en la ópera, pero lo hizo con un entusiasmo extraordinario.
Vivaldi compuso unas cincuenta operas. No nos sorprende el hecho de que, junto a las obras para grandes orquestas compusiera también numerosas sonatas y sonatas tríos. Existen además una serie de conciertos de cámara que están estructurados como auténticos conciertos. A su repertorio se suma música religiosa como el “Gloria”. En los últimos tiempos los salmos, credos y oratorios vuelven a llamar la atención del público. En materia de conciertos y obras orquestales, nunca se ha puesto en duda la aportación de Vivaldi al concierto para solista.
Entre esos siete conciertos se encuentran los agrupados bajo el epígrafe “Las cuatro estaciones” (los tres restantes son el Concierto en Mi bemol mayor RV 253, "La tempesta di mare", el Concierto en Doma­ yor RV 180, "Il piacere", y el Concierto en Si bemol mayor RV 362, "La caccia''), cuatro partituras que mantuvieron vivo el nombre de Vivaldi tras su muerte, en un momento en que el resto de su producción caía en el olvido. Una anécdota ilustra el éxito del ciclo: un día de noviembre de 1730, en Francia, donde la música de corte descriptivo tuvo siempre un gran predicamento, el rey Luis XV sintió el irresistible deseo de volver a escuchar "La primavera'', por lo que hubo que improvisar una orquesta con algunos nobles y criados para satisfacer los deseos del monarca. No resulta así sorprendente que Las cuatro estaciones sea hoy  una  de esas  obras singulares  que han  logrado  superar los límites  de la llamada  "música  clásica''  para  conquistar  el favor  de todo tipo de público.
Vivaldi falleció el 26 de julio. Su entierro como el de Wolfgang Amadeus Mozart, fue el de un pobre. Durante más de siglo y medio fue olvidado y fue redescubierto en la década de 1930, gracias a los eruditos que estudiaban su obra.

 Fuentes bibliográficas:
Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon,
Grandes compositores Editorial Sol 90, Barcelona, España,
Grandes Compositores Salvat Editores, José L. Pérez Arteaga, Pamplona, España
y ABC de la música clásica, de Eckhardt van den Hoogen (304)  

Fotografía: Cortesía de WRTI-FM

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