Pintores y escultores universales
PAUL CÉZANNE
Padre de la pintura moderna
“Es tarea difícil escribir
una biografía del pintor francés
Cézanne, a quien los inteligentes han dado en llamar, “padre de la pintura moderna”. Acabamos de escribir la
palabra difícil, a la cual es, preciso
añadir la de
ingrata. En la
vida del célebre
pintor que intentamos retratar no
hubo aventuras, luchas espectaculares, altibajos económicos, viajes ni
anécdotas, pues, desde el primer regreso de París para refugiarse en la quietud
y soledad provincianas de Aix de Provenza, comienza su gran lucha
interior por el dominio de la pintura, lucha que prosigue sin descanso hasta la
muerte, señala uno de sus biógrafos Julian Amich Bert.
Cezanne llego a ser el
pintor más famoso del siglo XIX, pero, a no ser por su privilegiada posición
como hijo único de un acaudalado banquero de
Aix, sus parientes, sus amistades
capitalinas y sus coterráneos de provincia lo hubieran tratado como a un
idiota, dado lo difícil de su carácter. El pintor de quien Renoir dijo que
no podía juntar dos colores sin producir
efectos notables, era tan extremadamente sensible que se le apodó "el
hombre sin piel". No hay mejor ejemplo del divorcio total entre el artista
moderno y el público que la continua
hostilidad con que se topó Cézanne a lo largo de su carrera. Este
insigne maestro tuvo que sufrir una y
otra vez
el azote de la crítica hasta el punto de que, entre todos los
pintores rebeldes de su época, fue el blanco de los más virulentos
ataques.
Los jugadores de cartas |
Nació en
Aix-en-Provence, Francia, en 1839. Su padre tenía sangre italiana y procedía de
una familia oriunda de Cesena. Su madre, de ascendencia criolla, había sido sirvienta en la opulenta casa de los
Cézanne, y según el crítico francés
Tristan Klingsor "no se casó con el padre del pintor hasta el año de
1844". La época más feliz de la vida de Cézanne (o, mejor dicho, su única
época feliz) fue la de sus primeros
años, transcurrida en Provenza, por cuyos campos paseaba, en compañía de Emilio
Zola, lleno de esperanzas y de sueño s de gloria. El astuto Zola
abrigaba la ambición de escribir, mientras Cézanne, que había decidido
su vocación con una caja de colores
comprada por el padre a un buhonero, hablaba de Rubens y el Veronés.
Patio del pueblo |
Sin ser un muchacho
torpe, no fue ciertamente un prodigio. Ganó el segundo premio
de dibujo en
el Museo de Aix y, venciendo la
oposición paterna, marchó a
París a los veintidós años de
edad para seguir
el ejemplo de Zola, que le había
precedido. Allí empezaron sus dificultades. Como suele ocurrir a los que
padecen de excesiva timidez, trataba de ocultar sus temores con súbitas
explosiones de mal genio. Para mostrar su desprecio por el convencionalismo de!
arte capitalino, adopt6 un aire jactancioso y bohemio, y renegaba acremente de
los jurados del célebre Salón de exposición anual parisiense.
Suspendido en los
exámenes de admisión de la Escuela de Bellas Artes, Cezanne asistió
irregularmente a una academia más liberal y pasa mucho tiempo
haciendo copias en el Louvre. Durante diez años dedicados a ensayar
innovaciones para las cuales tenía escasa aptitud, pareció no llegaría a
ninguna parte. Con todo, sus frustrados afanes no carecían de mérito; jamás fue
superficial; tenía además el instinto
de! colorista nato.
Sus penosos tanteos, sin embargo, no le ganaban la aprobación de los jurados, y avanzaba a paso de tortugas. Paris lo deprimía. Para robustecer su idealismo volvía todos los años a Provenza, a pintar el solo en los dominios de su padre. Durante la guerra franco-prusiana (1870-1871) se centró mayormente en la pintura al aire libre. Por esa época se casó con una mujer de Aix, fea y de escaso talento que sin embargo parece haber sido para él una excelente esposa. Desde luego que no tenía ni la más remota idea de lo que anhelaba su esposo, pero ¿acaso había alguien que lo supiera? Ella se quedaba muy conforme en su casa mientras el artista se iba de temporada a París o giras pictoricas con sus colegas. No deja de extraño que un hombre como Cezanne se haya sometido al yugo de! matrimonio, y más aún que haya tenido un hijo.
Sus penosos tanteos, sin embargo, no le ganaban la aprobación de los jurados, y avanzaba a paso de tortugas. Paris lo deprimía. Para robustecer su idealismo volvía todos los años a Provenza, a pintar el solo en los dominios de su padre. Durante la guerra franco-prusiana (1870-1871) se centró mayormente en la pintura al aire libre. Por esa época se casó con una mujer de Aix, fea y de escaso talento que sin embargo parece haber sido para él una excelente esposa. Desde luego que no tenía ni la más remota idea de lo que anhelaba su esposo, pero ¿acaso había alguien que lo supiera? Ella se quedaba muy conforme en su casa mientras el artista se iba de temporada a París o giras pictoricas con sus colegas. No deja de extraño que un hombre como Cezanne se haya sometido al yugo de! matrimonio, y más aún que haya tenido un hijo.
Casa del ahorcado |
Poco después se retiró
definitivamente Cézanne a sus propiedades en Provenza. Fue tal vez el más
solitario de los pintores modernos. Su amistad con Zola había terminado hacía
mucho tiempo y los habitantes del pueblo le sacaban el cuerpo. Era, como él
decía, pintor solamente; profundo en materia de arte, pero ingenuo en otros
órdenes del pensamiento y falto de independencia intelectual. A veces caía
víctima de una curiosa melancolía. En sus últimos años iba con tanto fervor al
campo para pintar en el lienzo, como lo hacían sus vecinos para sembrar la
tierra y recoger las cosechas; pero la bondad de sus frutos era menos tangible.
Con el tiempo aumentó la dificultad que tenía para "dar realidad a sus sensaciones" (según expresión del
pintor), y su nerviosismo llegó a ser casi patológico. Se levantaba a cualquier
hora de la noche y asomaba por la ventana su cabeza calva de socrática fealdad,
en la esperanza de poder contar a la mañana siguiente con un día gris, que a su
modo de ver constituía el tiempo ideal para la representación de sus
sensaciones. Tornándose cada vez más exigente, destruía los lienzos que no le
gustaban, los tiraba contra los árboles por la ventana de su taller, los
abandonaba en los campos o se los regalaba a su hijo para que los cortara a
manera de rompecabezas, o a sus vecinos de Aix, que no podían menos que
aceptarle el regalo al gran terrateniente. "Soy
como un hombre -se lamentaba- en posesión de una moneda de oro y sin saber a
qué dedicarla".
Bodegon |
Que su arte era oro de
ley no se puso de manifiesto, y aun eso entre unos pocos conocedores, hasta
principios del siguiente siglo. Cuando Vollard llegó a
Provenza con la intención de comprar
cézannes, los aldeanos, enterados de que andaba por allí un parisiense
loco dando dinero por pinturas
viejas, sacaron de graneros y desvanes un número considerable de naturalezas
muertas y paisajes por los cuales pedían hasta 150 francos. El viejo maestro de
Aix se sintió abrumado de felicidad. ¡Al"
fin su obra causaba al menos una ligera
sensación! Pero el reconocimiento llegó demasiado tarde.
Entre sus pinturas se
destacan: “Los jugadores de cartas”, “La
casa del ahorcado”, “Patio del pueblo”, “La estaca”; “Bodegón” y “Paisaje”.
Murió el 22 de octubre
de 1906 de una fiebre que contrajo mientras pintaba bajo un aguacero.
Fuentes bibliográficas:
-Biografía de Thomas Crave, en los grandes pintores y
sus obras maestras,
de Selecciones del Reader´s Digest
- Breves biografías intimas de grandes pintores, de
Editorial Molino.
Fotografía: Cortesía de: Famous Biographies.
Obras de arte:
-Cortesía de Pinterest. Ritmos 21. http://es.wahooart.com.
Aliexpress.
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