sábado, 17 de febrero de 2018


Pintores y escultores universales
PAUL CÉZANNE
Padre de la pintura moderna

“Es tarea difícil escribir una biografía del  pintor francés Cézanne, a quien los inteligentes han dado en llamar, “padre de  la  pintura moderna”. Acabamos de escribir la palabra difícil, a la cual es, preciso  añadir  la  de  ingrata.  En  la  vida  del  célebre  pintor  que intentamos retratar no hubo aventuras, luchas espectaculares, altibajos económicos, viajes ni anécdotas, pues, desde el primer regreso de París para refugiarse en la quietud y soledad provincianas  de  Aix de Provenza, comienza su gran lucha interior por el dominio de la pintura, lucha que prosigue sin descanso hasta la muerte, señala uno de sus biógrafos Julian Amich Bert.
Cezanne llego a ser el pintor más famoso del siglo XIX, pero, a no ser por su privilegiada posición como hijo único de un acaudalado banquero de
Los jugadores de cartas
Aix, sus parientes, sus amistades capitalinas y sus coterráneos de provincia lo hubieran tratado como a un idiota, dado lo difícil de su carácter. El pintor de quien Renoir dijo que no  podía juntar dos colores sin producir efectos notables, era tan extremadamente sensible que se le apodó "el hombre sin piel". No hay mejor ejemplo del divorcio total entre el artista moderno y el público que  la  continua  hostilidad con que se topó Cézanne a lo largo de su carrera. Este insigne maestro tuvo  que sufrir  una  y otra  vez  el azote de la crítica hasta el punto de que, entre  todos los  pintores rebeldes de su época, fue el blanco de los más virulentos ataques.
Nació en Aix-en-Provence, Francia, en 1839. Su padre tenía sangre italiana y procedía de una familia oriunda de Cesena. Su madre, de ascendencia criolla, había  sido sirvienta en la opulenta casa de los Cézanne, y según el crítico  francés Tristan Klingsor "no se casó con el padre del pintor hasta el año de 1844". La época más feliz de la vida de Cézanne (o, mejor dicho, su única época feliz) fue la  de sus primeros años, transcurrida en Provenza, por cuyos campos paseaba, en compañía de Emilio Zola, lleno de esperanzas y de sueño s de gloria. El astuto  Zola  abrigaba la ambición de escribir, mientras Cézanne, que había decidido su vocación con una caja de colores  comprada por el padre a un buhonero, hablaba de Rubens y el Veronés.
Patio del pueblo
Sin ser un muchacho torpe, no fue ciertamente un prodigio. Ganó el segundo  premio  de  dibujo  en  el  Museo de Aix y, venciendo la oposición paterna,  marchó  a  París a los veintidós años  de edad  para  seguir  el  ejemplo de Zola, que le había precedido. Allí empezaron sus dificultades. Como suele ocurrir a los que padecen de excesiva timidez, trataba de ocultar sus temores con súbitas explosiones de mal genio. Para mostrar su desprecio por el convencionalismo de! arte capitalino, adopt6 un aire jactancioso y bohemio, y renegaba acremente de los jurados del célebre Salón de exposición anual parisiense.
Suspendido en los exámenes de admisión de la Escuela de Bellas Artes, Cezanne asistió irregularmente a una academia más liberal y pasa mucho  tiempo  haciendo copias en el Louvre. Durante diez años dedicados a ensayar innovaciones para las cuales tenía escasa aptitud, pareció no llegaría a ninguna parte. Con todo, sus frustrados afanes no carecían de mérito; jamás fue superficial; tenía además el instinto  de! colorista nato.
Sus penosos tanteos, sin embargo, no le ganaban  la  aprobación de los  jurados,  y avanzaba  a  paso de tortugas. Paris lo deprimía.  Para robustecer su idealismo  volvía todos los años a Provenza, a pintar el solo en los dominios de  su padre. Durante la guerra franco-prusiana (1870-1871) se centró mayormente en la pintura al aire libre. Por  esa época se casó con una mujer de Aix, fea y de escaso talento que sin embargo parece haber sido para él una excelente esposa. Desde luego que no tenía ni la más remota idea de  lo que  anhelaba  su  esposo,  pero  ¿acaso había alguien que  lo supiera?  Ella  se quedaba muy conforme en su casa mientras el artista se iba de temporada a París o giras pictoricas con sus colegas. No deja de extraño que un hombre como Cezanne se haya sometido al yugo de! matrimonio, y más aún que haya tenido un hijo.
Casa del ahorcado
Poco después se retiró definitivamente Cézanne a sus propiedades en Provenza. Fue tal vez el más solitario de los pintores modernos. Su amistad con Zola había terminado hacía mucho tiempo y los habitantes del pueblo le sacaban el cuerpo. Era, como él decía, pintor solamente; profundo en materia de arte, pero ingenuo en otros órdenes del pensamiento y falto de independencia intelectual. A veces caía víctima de una curiosa melancolía. En sus últimos años iba con tanto fervor al campo para pintar en el lienzo, como lo hacían sus vecinos para sembrar la tierra y recoger las cosechas; pero la bondad de sus frutos era menos tangible. Con el tiempo aumentó la dificultad que tenía para "dar realidad a sus sensaciones" (según expresión del pintor), y su nerviosismo llegó a ser casi patológico. Se levantaba a cualquier hora de la noche y asomaba por la ventana su cabeza calva de socrática fealdad, en la esperanza de poder contar a la mañana siguiente con un día gris, que a su modo de ver constituía el tiempo ideal para la representación de sus sensaciones. Tornándose cada vez más exigente, destruía los lienzos que no le gustaban, los tiraba contra los árboles por la ventana de su taller, los abandonaba en los campos o se los regalaba a su hijo para que los cortara a manera de rompecabezas, o a sus vecinos de Aix, que no podían menos que aceptarle el regalo al gran terrateniente. "Soy como un hombre -se lamentaba- en posesión de una moneda de oro y sin saber a qué dedicarla".
Bodegon
Que su arte era oro de ley no se puso de manifiesto, y aun eso entre unos pocos conocedores,  hasta  principios del siguiente siglo. Cuando Vollard llegó  a  Provenza  con la intención de comprar cézannes, los  aldeanos,  enterados de que andaba por allí un  parisiense  loco  dando dinero por pinturas viejas, sacaron de graneros y desvanes un número considerable de naturalezas muertas y paisajes por los cuales pedían hasta 150 francos. El viejo maestro de Aix se  sintió  abrumado de felicidad.  ¡Al" fin  su obra causaba al menos una ligera sensación! Pero el reconocimiento llegó demasiado tarde.
Entre sus pinturas se destacan: “Los jugadores de cartas”, “La casa del ahorcado”, “Patio del pueblo”, “La estaca”; “Bodegón” y “Paisaje”.
Murió el 22 de octubre de 1906 de una fiebre que contrajo mientras pintaba bajo un aguacero.

Fuentes bibliográficas:
-Biografía de Thomas Crave, en los grandes pintores y sus obras maestras,
de Selecciones del Reader´s Digest
- Breves biografías intimas de grandes pintores, de Editorial Molino.
Fotografía: Cortesía de: Famous Biographies.
Obras de arte:

-Cortesía de Pinterest. Ritmos 21. http://es.wahooart.com. Aliexpress.

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