martes, 13 de febrero de 2018


Grandes virtuosos de la música

FRANZ LISZT:
el gran pianista del Romanticismo

Niño prodigo, dandi virtuoso del piano y autor de osadas composiciones, adorado maestro y clérigo laico: “quizás no sería una exageración calificar a Franz Liszt como una de las personalidades artísticas más polivalentes del siglo XIX”, a juicio de Eckhardet van del Hoogen, musicólogo, filólogo e historiador del arte de la Universidad de Colonia, en Alemania.
Cuando Ferenc Liszt (o Franz Liszt en la versión europea del nombre) vino al mundo, hacía solamente dos años que había muerto Hayden; Beethoven y Schubert no sólo vivian todavía sino que incluso tenía por delante más de tres lustros de vida en los que iban a dar lo mejor de su obra.
Franz Liszt nació el 22 de octubre de 1811 en Doborján, en el condado noroccidental de Sopron (Hungría). Sus padres eran el húngaro Ádám Liszt, intendente en la corte de los Esterházy y violonchelista en la orquesta de estos nobles, y Anna Lagen y de origen austríaco. Fue el padre quien guió al joven Liszt en sus primeros pasos en la música, enseñándole a tocar el piano e instruyéndole en las obras de Haydn, Mozart y Beethoven. Con seis años, Franz podía interpretar leyendo a primera vista, y a los nueve hizo su primera aparición pública tocando este instrumento. Impresionados por el talento del niño, un grupo de acaudalados miembros de la corte de los Esterház y le regaló una beca de estudios. Ello le permitió formarse en Viena, donde recibió clases de piano del austríaco Carl Czerny, un discípulo de Beethoven, y estudió composición con el italiano Antonio Salieri. En diciembre de 1822, con once años, ofreció su primer concierto en Viena. Empezó entonces a publicar sus propias composiciones y, de regreso a Hungría, fue aclamado por el público en Pest, Hungría. Junto con la música, la lectura de los Evangelios y el estudio de la vida de los santos se consolidaron con los años como otra de sus pasiones, lo que le llevó a adoptar actitudes místicas en algunos momentos de su vida.
En 1823 acompañó a su padre a París donde intentó ingresar en el Conservatorio de la ciudad, pero fue rechazado por el director Luigi Cherubini, quien alegó la imposibilidad de admitir a alumnos extranjeros. No obstante, tomó lecciones con Ferdinando Paer, compositor de óperas italiano, y con Anton Reicha, compositor y teórico checo-francés, también maestro de Berlioz y de César Franck. Tras una gira por Inglaterra, regresó a París y, con tan solo catorce años, estrenó la que es su única ópera, “Don Sancho o El castillo del amor”. La capital francesa se convirtió durante más de una década en el centro de sus múltiples actividades artísticas y de su intensa vida social. Conoció y frecuentó a Frédéric Chopin, por el que sentía genuina admiración; a la escritora George Sand, quien se enamoró de él; al compositor Felix Mendelssohn; al poeta, novelista y dramaturgo Víctor Hugo; al pintor Eugene Delacroix y a un largo etcétera de artistas e intelectuales. En 1832 asistió a un recital del violinista Niccolo Paganini, que le inspiró la ambición de alcanzar como pianista su mismo nivel de virtuosismo. Cinco años después acontece un episodio célebre, ilustrativo tanto del gran nivel que alcanzó como intérprete como de su gusto por los fastos sociales. En esa época se había instalado en Ginebra en compañía de la condesa Marie d'Agoult, y en uno de sus viajes a París descubrió que un nuevo talento pianístico, Sigismond Thalberg, se jactaba públicamente de superarlo en maestría. Liszt convenció a una de sus admiradoras, la princesa Belgioioso, para que apadrinara un duelo pianístico entre los principales intérpretes del momento. El 31 de marzo de 1837, ante un público de entendidos compitieron, además de Liszt y Thalberg, Chopin, Peter Pixis, Czerny y Henri Herz. El dictamen fue unánime: el joven húngaro los aventajaba a todos.
Una vez consolidada su reputación de virtuoso, decidió iniciar una gira de conciertos en 1839, inicialmente con la intención de recaudar fondos para la construcción de un monumento a Beethoven en Bonn (Alemania). Durante siete años ofreció recitales en las principales ciudades, desde Inglaterra a Turquía y desde Portugal a Rusia, que lo convirtieron en el músico más conocido y adamado de su  tiempo.  Su  faceta de gran pianista rayó a veces con el  histrionismo, una tendencia que contribuyeron a agrandar los rumores de aquel entonces, que se referían a Liszt como un mujeriego y un pretencioso,  y su dominio  de cómo agradar al público, su capacidad de asombrar y levantar aplausos. A pesar de las excentricidades de su juventud, Liszt se considera el precursor del recital para piano y el principal renovador de este instrumento del siglo XlX.  Tras alcanzar la cúspide, en 1848 anunció que se retiraba de los escenarios. Se instaló a continuación, en compañía de la princesa rusa Carolyne Sayn-Wittgenstein, en Weimar (Alemania), donde ocupó el puesto de maestro de capilla de la corte que ostentaba honoríficamente desde 1842, con la intención de dedicarse preferentemente a la composición. De esta época datan sus obras más famosas (los dos conciertos para piano, la “Totentanz” para piano y orquesta, y las sinfonías “Dante y Fausto”), así como sus innovadores "poemas sinfónicos", y una intensa actividad como director de orquesta y divulgador de obras de otros compositores.
Como maestro y promotor de jóvenes talentos, se convirtió en el portaestandarte de la "nueva escuela alemana''. Dio clases a más de 400 alumnos, compuso unas 350 obras e intercambió correspondencia con decenas de personalidades de su época.
Franz Liszt vivió en Weimar hasta 1861 en compañía de la princesa Carolyne y después se trasladó a Roma, donde estudió teología. La pareja se deshizo en 1863, y a partir de esa fecha Liszt se dedicó a componer obras de carácter religioso y litúrgico, como  dos  misas,  las  leyendas para  piano y el oratorio Christus. En 1865 recibió las órdenes menores como abad. Desde 1869 hasta su muerte, ocurrida el 31 de julio de 1886, en Beyreurt, Alemania, residió alternativamente en Roma y Weimar, con frecuentes estancias en Budapest.

Fuentes bibliográficas:
-Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon.
-Los grandes Compositores Salvat Editores, José L. García del Busto ,España.
-ABC de la música clásica, de Eckhardt van den Hoogen (161)

     Fotografía: Cortesía de la BBC

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