miércoles, 28 de febrero de 2018


Protagonistas de la historia

BENITO MUSSOLINI
la génesis de un dictador

Benito A. Mussolini, como buen periodista, fue escrutando en la actualidad de su país los momentos más propicios para ir aposentando su desmedida ambición en los peldaños del poder. Su conciencia sin escrúpulos y su carácter indómito le llevaron del oportunismo más execrable a la más influyente autoafirmación.
En una biografía de Mussolini, escrita por Giovanni de Luna, el autor pinta el fiel retrato psicológico de la personalidad del Duce, que perfila en su difícil infancia, contrasta con los numerosos avatares de su juventud y matiza en su madurez triunfante y caduca. Los diferentes hechos históricos, que discurren como telón de fondo de su agitada vida, salpicada con juicos de valor del propio Mussolini.
Nacido en el seno de una familia campesina venida a menos, Mussolini vio la luz por primera vez en Doria di Predappio, Romaña, el 28 de julio de 1883. Su madre; maestra, guió sus primeros pasos y aunque el padre se desentendió de la educación del hijo su ideario y praxis socialista influyeron en el joven Benito. En 1902 pasa a residenciarse en Suiza y como obrero masón se mezcla en la nutrida colonia de emigrantes italianos por sus escritos y lucha revolucionaria . Conoce la cárcel por prófugo y vuelve a Italia en 1905. En Trento dirige el periódico L'Avvenire del Lavoratore, en Forlí el semanario La Lotta di Classe y en Milán Avanti, órgano oficial del Partido Socialista; más tarde funda II Popo/o d'Italia. Aprovechando el ambiente de frustración de la posguerra organiza los Fasci di combattimento, para favorecer la revolución por la violencia, grupos que se transforman en instrumento de la reacción cuando Mussolini consigue el apoyo de la patronal y de los terratenientes. En 1921 es elegido diputado y, en 1922, el rey le pide que forme Gobierno. Triunfa en los comicios de 1924 y suprime los partidos políticos y la libertad de prensa. Con los Pactos de Letrán (1929) reconcilia al Estado italiano con la Santa Sede. Desde 1936 sostiene relaciones con Claretta Petacci, su amante hasta la muerte. Ayuda de manera decisiva al General Franco en la Guerra Civil española. Es el momento álgido del Duce. Inicialmente opuesto al expansionismo alemán, se convierte después  en   su  principal aliado y vasallo. En 1943, el rey, el Gran Consejo Fascista y la falta de apoyo del Führer le obligan a dimitir, pero cinco meses después el mismo Hitler le ordena presidir la República Socialista Italiana con sede en Saló. Al capitular los ejércitos alemanes en el norte de Italia, los partisanos le detienen, juzgan y ajustician en un cruce de caminos cerca de Dongo. A su  lado es asesinada  su amante. Era el 28 de abril de 1945. El resto de los jerarcas detenidos son fusilados, posteriormente sus cadáveres serían profanados por la multitud en un espectáculo macabro. Con la mas hooenda de las violencias, termina así lo que veintiséis años antes había comenzado también con la violencia.

A LA CREACION DE UN PERSONAJE
En los últimos meses de 1911, el Gobierno de Giolitti, impulsado por los distintos grupos nacionalistas que por entonces germinan en Italia, se lanza a la  guerra  de Libia en el deseo de colmar mínimas aspiraciones imperialistas. La Federación Socialista de Forli, en desacuerdo con esta política, l.ibra contra el Gobierno una tremenda batalla. Durante tres días, el proletariado de Forli, que había proclamado la huelga general, se apodera de la situación en la ciudad: se destruyen las comunicaciones telegráficas, se asalta la estación del ferrocarril para bloquear las expediciones militares, se levantan barricadas..., etc. Al frente de todas estas acciones revolucionarias, y asumiendo el doble papel de instigador y de guía, aparece el director de un periódico local, «La Lotta di Classe», llamado Benito Mussolini. Es un joven y brillante periodista que, ante todo, intenta llamar la atención por su desmesurado radicalismo. En sus artículos hace la apología de los terroristas  rusos  y de los regicidas. En la calle arenga frenéticamente a las masas. Cuando tiene conocimiento de la ejecución del anarquista español Francisco Ferrer se coloca  al frente de una manifestación compacta y enloquecida que apedrea el palacio arzobispal y derrumba de su pedestal una imagen de la Virgen. En cierto modo, si bien pasajeramente, los acontecimientos de Forli, con  motivo  de la  guerra  de  Libia,  han  satisfecho sus aspiraciones revolucionarias. En este sentido, escribe con orgullo en  las columnas de su  periódico “Nosotros  hemos  sido  los primeros que hemos familiarizado a los trabajadores con el arma del sabotaje. Con un poco más de propaganda eficaz, las masas serán capaces de  grandes  heroísmos  y de sacrificios fecundos”.
Pero su acción conoce también el lado amargo de la condena. Dominado el momento revolucionario por el Gobierno, sus jefes e instigadores son detenidos, juzgados y encarcelados. Mussolini y Pietro Nenní, como principales protagonistas, pasan de este modo a correr un destino común. Se trata del comienzo idéntico de dos carreras políticas que luego, con el paso de los años, terminarían siendo contrapuestas. Si para Nenni -futuro jefe del partido socialista- esta primera detención fue la partida de una singladura de aspiraciones frustradas que se perpetuarían después durante más de cuarenta años., para: Mussolini representó, ante todo, una gran posibilidad personal. La detención no le proporcionaba, ciertamente, ventura, pero, a cambio, sí le otorgaba generosamente popularidad y prestigio. Por vez primera, su nombre circularía en toda Italia, lo que a una personalidad como la suya le bastaría para sentirse satisfecho.

Bibliografía:
-Biografía de Benito Mussolini, de Pedro de la Vega, “Los protagonistas de la historia”, de Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, España.
-Mussolini, biografía de Giovanni Luna, de Biblioteca Salvat de Grandes Biografías..
Fotografía:  Cortesía de Fix Quotes.com




martes, 27 de febrero de 2018


Grandes virtuosos de la música

FRANZ SCHUBERT
La breve vida de un gran compositor


Al abordar  cualquier  aspecto de la vida y la obra de Franz Schubert conviene tener en mente la advertencia hecha por George Grove en la primera edición de su célebre Diccionario de música: “No hay evocación de Schubert que sea satisfactoria por la razón de que es imposible establecer una relación entre su vida y su obra, o más bien, para decirlo con propiedad, porque no hay una vida que relacionar con la obra”. Ésta es, sin duda, una manera excesiva de apuntar a la contradicción que ha intrigado siempre a los biógrafos del músico, y que constituía un misterio ya para los miembros del círculo íntimo de amigos del que se rodeó en vida. Esa contradicción asumía varias formas y se expresaba en más de un nivel; desde los más elementales y simples, como su aspecto físico y talante, hasta los más elaborados, verbigracia su música.
Cuando falleció Ludwig van Beethoven, Franz Schubert contaba treinta años. Sin embargo, no sobrevivió al eminente compositor vienés ni siquiera dos años, ya que una grave enfermedad se lo llevó por delante.
En esos últimos meses de su corta vida compuso algunas de las obras más significativas del conjunto de su catálogo: una gran sinfonía en do mayor (la novena), los últimos cuartetos para cuerda, un estremecedor quinteto para cuerda, varios liedery (breve composición vocal), una serie de sonatas para piano.
Schubert estuvo marcado por su destino, a pesar de que gracias a su enorme talento podría haber llevado una vida exitosa y libre de preocupaciones. Nació en las proximidades de Viena; el 31 de enero de 1797, era hijo de un maestro. Desde pequeño mostró unas aptitudes excepcionales. Recibió clases de canto, piano y órgano; estudió composición con diferentes maestros, entre ellos con el competidor de Mozart, Antonio Salieri, y muy pronto comenzó a escribir sus propias obras. Con dieciséis años ya veía una considerable obra. Sin embargo, se ganaba el sustento como profesor ayudante hasta que encontró el apoyo de un amigo. Tardó en ser conocido por el mundo musical vienés, porque prefería el ámbito privado para estrenar sus obras, y no fue hasta el 26 de marzo de 1828 cuando consintió en celebrar un concierto público. Todavía se tardarían décadas en descubrir la grandeza de sus obras.

OSCURIDAD Y POBREZA
Mucho se ha escrito acerca de la pobreza de Schubert y las dificultades materiales que lo acompañaron a lo largo de toda su vida. Es cierto que sus orígenes familiares no lo favorecían: un padre maestro de una humilde escuela en un suburbio y una madre cocinera sin ninguna otra formación o cualidades no eran precisamente la mejor de las garantías de éxito social. Pero también en este aspecto de su vida puede decirse que su contradictoria personalidad le jugó una mala pasada a Schubert. Dotado de un genio musical tan arrollador que por méritos propios logró hacerse admitir en la escuela de música más renombrada de la ciudad. Su personalidad y carácter afable, además, le ahorraron el penoso encierro en sí mismo, el ensimismamiento del que tanto había sufrido Beethoven, que para Schubert era, junto con Mozart pero en grado superlativo, el Dios de la música. Hasta tal punto, que cuando ya sufría en muchos frentes los embates de la enfermedad que sufría, pidió expresamente que sus restos fueran enterrados lo más cerca posible de la tumba de su ídolo en el cementerio de Wahring, en Viena.
Y sin embargo, Schubert fue por completo incapaz de hacerse valer como músico, puede decirse incluso que ni siquiera lo intentó en serio. Aparte de enviarle a Goethe algunos de sus lieder inspirados en poemas del maestro de Weimar, y de su empecinamiento en que las óperas que componía eran lo más valioso de su producción, no es una exageración afirmar que Schubert apenas movió un dedo por lograr que su música se difundiera en los círculos musicales de su ciudad natal, condición indispensable para aspirar a una vida material un poco más holgada. Se puede decir que tampoco tuviese algo de suerte.

EL GENIO SINFÓNICO
Al margen de su personalidad, que lo llevaba a cultivar con mimo sus amistades y dedicarles mucho tiempo, Schubert estaba dotado de una prodigiosa capacidad de trabajo y de la no menos prodigiosa facultad de concentrarse a fondo exclusivamente en su oficio de compositor. Es lógico pensar que hubiese podido llegar a dominar todos los géneros y tipos de escritura, a la vista de la calidad y diversidad de su producción. Pero hay un género de música, el sinfónico, para el que sus aptitudes parecen casi innatas y a la vez perfectas. De hecho, lo que más llama la atención de su música de cámara, incluso de sus sonatas pianísticas, es la concepción sinfónica de las partes que las componen.  Da la sensación, oyéndolas, que es posible transcribirlas para conjunto sinfónico sin grandes dificultades y también sin que pierdan su esencia. De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando su música fue finalmente descubierta y admirada en Austria y Alemania, gracias sobre todo a los esfuerzos nada menos que de Schumann, Mendelssohn y Brahms, se acostumbraba tocar en conciertos algunas de sus obras más emblemáticas transcritas de esta manera.
En 1821 le diagnosticaron una sífilis; en aquella época esto significaba que estaba condenado. Schubert así lo comprendió, y más que nunca se dedicó de lleno a la composición. Sus obras, a partir de esta fecha, tienen a veces un tinte melancólico, a ratos incluso sombrío. En octubre de 1828 parecía que mejoraba su estado, así que aceptó emprender con sus amigos un viaje a pie para visitar Eisenstadt y la tumba de Haydn. El esfuerzo quebrantó su salud: un mes después, el 19 de noviembre, fallecía. Para no difundir la causa de su muerte, se dijo oficialmente que había sucumbido a una fiebre tifoidea.
Las composiciones de Schubert son: Obras escénicas, óperas, operetas alemanas y música para espectáculos teatrales. Música de iglesia. Obras corales y vocales. Obras orquestales. Música de cámara. Obras para piano.
Entre sus grandes composiciones se destacan: Sinfonía Nº 8 en Si menor "Inacabada". Sinfonía Nº 5 en Si bemol mayor. Quinteto para piano y cuerda en La mayor “La trucha”. Cuarteto para cuerda en Re menor. “La muerte y la doncella”.
Fuentes bibliográficas:
Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon.
Grandes Compositores Editorial Sol 90, Barcelona,España.  
Grandes Compositores Salvat Editores, Arturo Reverter, Pamplona, España.
y ABC de la música clásica de Eckhardt van den Hoogen (258)     

Fotografía: Cortesía de Compositores Famosos

lunes, 26 de febrero de 2018



PENSAMIENTOS DE LA SEMANA
La modestia sola, es capaz de desarmar la envidia, que por lo común hace a los hombres tan injustos. Barón de Holbach (1723-1789) Filósofo francés.
BOLIVAR MÁS VIGENTE QUE NUNCA
“Unámonos y seremos invencibles” (10-1-1817)

domingo, 25 de febrero de 2018


Los museos más importantes del mundo

GALERIA NACIONAL DE AUSTRALIA
el arte joven de esa nación, en Canberra

Sede de la Galeria
La Galería Nacional de Australia es una institución joven. Australia es un país joven. Canberra es su joven capital. El edificio de la Galería se construyó en 1974 y la Reina Isabel II, quien es  Jefe de Estado de Australia, abrió sus puertas en 1982.
Las pinturas de los artistas Arthur Streeton y Sean Scully representan dos de las principales actividades del Museo para coleccionar y exhibir: la preocupación por mantener la tradición artística del país y el esfuerzo por continuar el contacto con el escenario artístico internacional. La colección cuenta con algunas obras del barroco   italiano y de artistas modernos como Anselm Kiefer, además de Scully. Los artistas australianos reciben especial atención pues se incluye, junto con Arthur Streeton, obras de autores pertenecientes a la que se conoce como escuela de Heidelberg: Tom Roberts y Frederick McCubbin.
-Muro de la luz del día del desierto, de Sean Scully
Sin embargo todos ellos, sólo cubren un aspecto de las bellas artes en Australia: el de inspiración europea.
La Galería, debido a la proximidad de Australia con Asia, cuenta también con una amplia colección de arte asiático que incluye piezas de Tailandia, Japón y Bangladesh, además de porcelana y grabados nacionales en madera de Irán y China y obras de artistas modernos orientales.
Hay una famosa obra australiana donde dos águilas rondan en el cielo salpicando con nubes como plumas que flotan sobre el pálido azul; una cabra pasta bajo la mirada vigilante; el paisaje está gentilmente ondulado; las hojas de los arboles empiezan a caer y el pasto está seco; al fondo el Rio Yarra fluye perezoso con sombras azul marino. Es la pintura “Verano dorado, Eaglemont”, que Arthur Streeton, realizó en 1989. Es una de las mayores atracciones en la Galería Nacional de Canberra.
El artista nació en 1867, en Duneed, un municipio del estado australiano de Victoria. Tomo cursos de pintura y  dibujo en sus ratos libres. Sus héroes fueron Camille Carot, la escuela Barbizon J.M.W Turner y los impresionistas franceses.
Aniversario de Keith Haring
En 1885 presentó su primera exposición individual. Emprendió viajes al exterior y vivió en Londres antes de regresar a Australia. Sus pinturas de paisajes se ubican entre los trabajos más importantes de las bellas artes australianas.
La propia Australia no sólo está representada por artistas inmigrantes europeos. Los nativos de Australia, los aborígenes perseguidos y abandonados por los colonos blancos, se la ingeniaron para preservar una cultura distinta que ya ha sido reconocida en el exterior. Los artistas modernos admiraron e intentaron descifrar sus símbolos que aparecen en los trabajos de Paul Klee, Keith Harring y A. R. Penck, lo cual llama la atención.
La Galería Nacional de Canberra dedica un gran espacio a dichos artistas. Entre 1987 y 1988, un total de 43  plásticos crearon la “Conmemoración a los aborígenes”, una instalación en el jardín de las esculturas de la Galería.
Aborigen, Pintura del cuerpo
Los artistas llegaron de Arnhemland, la reservación aborigen en el Territorio del Norte, y erigieron 200 esculturas pintadas en troncos de árboles huecos que habían sido alimento de las termitas. Los aborígenes colocaron huesos de difuntos en los espacios vacíos: son ataúdes que no se entierran, sino que se plantan en el suelo, decorados con tótems e insignias del clan al clan al que pertenecía los muertos.
De manera extraña permanecen como una conmemoración a las víctimas anónimas de las políticas durante la colonia, cuyos horrores se conocen de manera superficial y que sólo ahora son parte de la conciencia de la sociedad australiana.

Fuente bibliográfica: Enciclopedia Visual

Obras de arte cortesía: Wikipedia, Arte XIX Blogger, El aula de Trini, Framepool Headquarters Germany y Código Oculto.com

sábado, 24 de febrero de 2018


El libro de la semana
                                     
CÓRDOBA DE LOS OMEYAS, 
de Antonio Muñoz Molina

 “Córdoba de los Omeyas” es un ensayo escrito por Antonio Muñoz Molina, en el que recorre la historia de la legendaria ciudad de Córdoba, desde el siglo VIII hasta el XI. Después de una bella y sugestiva introducción a la ciudad, narra la (...) narra la historia de la Córdoba musulmana, desde el año 711, en el que los invasores del norte de África conquistan el lugar, hasta las guerra civiles que desintegran el califato. Entre las estampas que componen el libro destacan los capítulos dedicados al primer emir cordobés, Abd al-Rahman I, a la vida cotidiana de "la ciudad laberinto", con interesantes detalles  significativos sobre las costumbres, las casas y la mentalidad de la época, a la Córdoba de Abd al-Rahman II, Ziryab.
Los omeyas eran un clan de la tribu de Quraysh, de La Meca, a la que pertenecía Mahoma. El antepasado que da nombre a la familia, Umayya ibn Abd Shams, era sobrino de Háshim, bisabuelo de Mahoma que da nombre a los hashimíes o hachemíes.
El primer vínculo de los omeyas con el califato se produce cuando un miembro del clan, Uthman ibn Affan, rico comerciante de La Meca y esposo sucesivo de dos hijas de Mahoma, es elegido sucesor del califa Omar a la muerte de éste en el año 644, convirtiéndose de este modo en el tercero de los llamados califas bien guiados. La elección de los califas entra en conflicto, cada vez que se produce, con las reivindicaciones del llamado Partido de Ali, que afirma que Ali ibn Abi Tálib, primo y yerno del profeta, es quien debe ocupar el cargo debido a su estrecha proximidad con Mahoma. Uthman es asesinado en el año 656 y Ali es elegido califa. Sin embargo, esta elección es contestada por otro miembro del clan omeya, Mu`awiya ibn Abi Sufyan, a la sazón gobernador de Siria. Muawiya acusa a Ali de complicidad en el asesinato de su predecesor y se levanta en armas contra él. Ambos ejércitos se enfrentan en la batalla de Siffin, acontecimiento de gran importancia pues es el que marca el origen de las tres grandes divisiones doctrinales del Islam. Ali es derrotado y se retira a su plaza fuerte de Kufa (Irak), mientras que Muawiya se proclama califa en Damasco, trasladando de este modo la capitalidad del Estado islámico de Medina, en el Hiyaz, a la urbe siria.

SOBRE EL AUTOR
Antonio Muñoz Molina nació en Úbeda, Jaén, el 10 de enero de 1956. Fue al colegio salesiano Santo Domingo Savio de Úbeda. Estudió historia del arte en la Universidad de Granada y periodismo en la de Madrid. Está casado con la también escritora Elvira Lindo. Es miembro de la Real Aacademia Española de la Lengua, está considerado como uno de los mejores novelistas en lengua castellana de los últimos años.
En 1986 publicó su primera novela, Beatus Ille, aunque el reconocimiento le llegaría con el Premio de la Crítica por El invierno en Lisboa (1987), obra que también recibió el Nacional de Literatura.
La novela Beltenebros (1989) dio a conocer a Muñoz Molina al gran público gracias, sobre todo, a  la adaptación cinematográfica que realizó Pilar Miró en 1991. En Beltenebros se aprecia con claridad la influencia del género negro en la obra del autor. En ese mismo año también ganó el Premio Planeta por El jinete polaco, lo que supuso el espaldarazo definitivo a su carrera literaria.
En 1997 publicó Plenilunio,  obra que también fue llevada al cine en el año 2000 por Imanol Uribe. La noche de los tiempos (2009) es una de sus obras más recientes.
El autor ha recibido distintos premios además de los mencionados, como el Ícaro, el Crisol o el Euskadi de plata. En 2013 recibió el galardón del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, como reconocimiento a toda su carrera.




viernes, 23 de febrero de 2018


Pintores y escultores universales

GIOVANNI Y GENTILE BELLINI
Una dinastía veneciana

Gentile Bellini

Gentile Bellini, pintor italiano, nació en Venecia, Italia, en 1429 y falleció el 23 de febrero de 1507. Hijo primogénito de Jacobo Bellini y hermano de Giovanni Bellini, también pintores, fue retratista y pintor oficial de la república veneciana. Influido en sus inicios por Andrea Mantegna, pronto abandonó el estilo clásico monumental para dedicarse a composiciones pintorescas de brillante ejecución, en las que representó escenas de la vida pública veneciana (Procesión en la plaza de San Marcos, Academia de Venecia). Pintó asimismo retratos, como el de Lorenzo Giustiniani (Academia de Venecia) y el de Mehmet II, en cuya corte, Constantinopla, trabajó de 1479 a 1480. Es famoso su políptico “El milagro de la Cruz.”
Gentile Bellini eliminó todo residuo del goticismo de su padre, Jacobo Bellini, y orientó su pintura hacia el estilo de Andrea Mantegna, que fue cuñado suyo, aunque suavizando su lenguaje plástico y perspectivo al aplicarlo a plácidos y equilibrados escenarios compositivos, en los que reúne gran número de personajes bajo una iluminación uniforme. Fascinante ilustrador, hábil cronista y nítido evocador de personajes, estudió las costumbres exóticas no sólo de la cosmopolita Venecia, de cuya república fue pintor oficial.
Su fama se afirmó sobre todo en las teleri (grandes composiciones sobre tela de carácter narrativo ricas en ropajes y detalles), donde describe fielmente algunos aspectos pintorescos de su ciudad y que constituirían un precedente y servirían de modelo dentro del género vedutista, muy frecuentado por la pintura veneciana desde Carpaccio hasta Canaletto, además de anunciar, por su sentido narrativo y evocador, el arte de Carpaccio.
Ejemplos destacados son la Procesión de las reliquias en la plaza de San Marcos, el Milagro de la Cruz (ambos fechados entre 1496-1500 y conservados en la Galería de la Academia, Venecia) o la Predicación de San Marcos en Alejandría (hacia 1505, Pinacoteca de Brera, Milán). Autor asimismo de numerosas palas de altar y madonas, Gentile Bellini abandonó progresivamente su rigor dibujístico para asimilar la paleta cromática de Antonello da Messina, lo cual dio a sus pinturas mayor unidad tonal.

GIOVANNI BELLINI
Giovanni Bellini
Giovanni, conocido también con el apodo Giambellino, nació en Venecia, Italia, en 1430 y falleció el 29 de noviembre de 1516. En cuanto a este pintor, la característica más meritoria  de su  obra  de es quizá  una  de las menos  comunes en el arte: la variedad de sus Madonas. Lo que maravilla todavía es la riqueza de inspiración que lo movió a pintar más setenta diferentes, y que, sin embargo, parecen hermanas.
Giovanni Bellini, conocido también con el apodo Giambellino, nació en Venecia, Italia, en 1430 y falleció el 29 de noviembre de 1516.
Ni místicas ni profundamente conmovedoras, todas estas Madonas muy venecianas, tienen un sello de serena dignidad. Al colorido debe atribuirse gran parte de majestad: Bellini logró una perfecta síntesis de los rojos con los verdes y los azules, aunada a una discreta distribución de la luz. “La Madona de los árboles” es tal vez su obra maestra.
Giovanni, primero de los grandes pintores venecianos fue la gloria máxima de la familia Bellini, la más antigua precursora del arte en Venecia. Jacobo, el padre, era un caballero excéntrico y despótico, y además gran viajero. Recorrió toda Italia, cuaderno de apuntes en mano; visitó a Florencia y a Roma, e hizo variados bocetos de complicados fondos arquitectónicos, de animales, de ruinas de la Antigüedad clásica, de montañas, de ciudades, de Madonas. Se recuerda a Jacobo en la historia  del arte  por su inagotable curiosidad y por esos precisos bocetos, de cuidadoso diseño, que ganaron la admiración de Leonardo da Vinci.
En Padua, del célebre artista Andrea Mantegna, que más tarde fue su yerno, Jacobo Bellini adquirió conocimientos científicos de la pintura. A sus hijos Gentile y Giovanni les enseñó la técnica que él había aprendido del gran pintor. A Gentile, de menos imaginación que su hermano -aunque alcanzó fama con la decoración de iglesias y con sus retratos- , se le considera como uno de los fundadores de la escuela veneciana de pintura, principalmente por sus cuadros de procesiones. Su obra maestra, “la Procesión de la Santa Cruz” (vista de la plaza de San Marcos durante un festividad religiosa), es un reflejo de amor veneciano por la ostentación. Representa una multitud formada por los componentes del coro y portadores de cirios; dignatarios que llevan el relicario; grupos de curiosos  y, en los lugares de preferencia, en los balcones, los señores de aspecto aristocrático, paladeando los vinos. Apartándose de tradición religiosa, que en  Venecia  nunca había sido dominante, Gentile muestra la pompa y el boato de ciudad al retratar a las majestuosas multitudes, los frailes en procesión y el fondo de luz, aire y color.
El hombre más  ilustre  de  la familia  fue  Giovanni que vivió hasta la edad de ochenta y seis años. En el transcurso de su carrera artística pintó retratos, alegorías, retablos, paisajes y pastorales.
Los gobernantes de Venecia tenían sentimientos patrióticos muy arraigados, amaban a su ciudad y estaban convencidos de su prosperidad. Para que los retratos en los que debían quedar plasmadas sus efigies fueran de  un estilo a tono con su posición oficial, buscaban un pintor cuyas obras resultaran agradables a la vista y cuyos conceptos no estuviesen en pugna con las ideas que ellos tenían de la dignidad. Encontraron al hombre idóneo: Giovanni Bellini, artista de buen carácter en  quien  se podía confiar para que pintase haciendo honor  a la verdad, pero sin aspereza, pues solo aspiraba  a  descubrir en sus modelos la serena integridad de su propia naturaleza.
Hoy quedan muy pocos retratos de Bellini. El retrato de un joven, que está  ahora en  la  Galería Nacional  de Washington, lo compró el financiero y filántropo Andrew Mellan por 280.000 dólares. En aquel lienzo se aprecia sobriedad de líneas consecuencia del severo  aprendizaje del autor en Padua, pero  se admira,  además,  la  riqueza de colorido que lo ha convertido en  una  de  las glorias de la pintura veneciana. Otro ejemplo del genio de Bellini está en “El dux Leonardo” una de sus últimas obras, y uno de los retratos más extraordinarios pintados por la mano del hombre: noble en su caracterización, bello de colorido e impecable en su ejecución.
Giovanni era hombre de un buen sentido poco común. No dado a las pasiones  violentas, estaba,  no  obstante, por encima de la vulgaridad. Puede asegurarse que se anticipó a Rembrandt en el empleo de la luz y el color para combinar las formas en un conjunto de tonos armónicos.
Gozó de serena bonanza desde la juventud hasta la ancianidad. A Bellini le molestó que Ticiano tratara de quitarle el cargo oficial que ocupaba, pero no le guardo rencor. Alberto Durero, el gran pintor y grabador  alemán, dijo  de Bellini en 1506:  "Es   el  gran   patriarca de la pintura, y el  mejor pintor  de  Venecia,  a  la  par que  el  más  cortes".
Fuentes bibliográficas:
-Biografía de Thomas Craven, en “Los grandes pintores y sus obras maestras”, de Selecciones del Reader´s Digest
-BiografíasyVida.com. Enciclopedia biográfica en línea.
Fotografía: Cortesía de: Wikipedia y http://www.reidsitaly.com



jueves, 22 de febrero de 2018


Personajes de Venezuela
        
CARACCIOLO PARRA PEREZ:
Un relevante diplomático

Caracciolo Parra Pérez fue el gran historiador venezolano del siglo XX. Nació en Mérida el 19 de marzo de 1888. Recién graduado de abogado, a los 23 años, viajó a Europa, al mundo deslumbrante del París de la Belle Époque. Poco después ingresó al servicio exterior; pasó en Europa prácticamente toda su vida, salvo los años en que estuvo al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores durante el período del presidente Medina Angarita. Representó a Venezuela en la Conferencia de San Francisco (en 1945), significándose como uno de los latinoamericanos más influyentes en los debates que confluyeron en la fundación de las Naciones Unidas. Parra Pérez sobresale por su pasión histórica. Dedicó sus afanes a la exploración de sucesos y figuras de nuestro país, partiendo de los tiempos coloniales con obras como “El régimen español en Venezuela”, luego “Historia de la Primera República”, “Mariño y la Independencia” y “Mariño y las guerras civiles”. Entre sus obras resalta con particular relieve “Francisco de Miranda y la Revolución Francesa”, por  su mirada universal, y su gran  dominio del panorama  europeo de la época.
El embajador  Edmundo  González  Urrutia,  tanto por su profesión como por su dedicación  al estudio del personaje, ha escrito una biografía de Parra Pérez, luego de investigar sus papeles personales y los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde retrata con fidelidad al gran personaje. Considerado como uno de nuestros más relevantes diplomáticos de todos los tiempos, su vida ofrece lecciones de sabiduría y lucidez. Como historiador, le confería gran valor al récord personal, su participación en sucesos y episodio claves de la política. “Su Diario de Navegación” ofrece testimonios de gran valor para  comprender  los asuntos en  que  tomó  parte  en  la  política  exterior como canciller de la República.

                                                    Fuente: Simón  Alberto Consalvi – Biblioteca Bibliográfica Venezolana.


miércoles, 21 de febrero de 2018


Los museos más importantes del mundo

EL KUNSTHISTORISCHES MUSEUM


El Kunsthistorisches Museum es uno de los museos más importantes del mundo. Fue construido por el emperador Francisco José para albergar las colecciones imperiales y contiene objetos que abarcan cinco milenios: desde la época del antiguo Egipto o la antigua Grecia, hasta el final del siglo XVIII. Estos objetos dan testimonio de la pasión del emperador y de los archiduques de la casa de Habsburgo. Cabe destacar las obras de arte del Renacimiento y del Barroco. Resulta también un gran deleite artístico la magnífica arquitectura del museo en la Ringstrasse y el ciclo de pinturas en la imponente escalinata.

Añadir leyenda

En 1891 se construyó el Kunsthistorisches Museum (Museo de Historia del Arte), cerca del Palacio Imperial, para guardar las extensas colecciones de la casa imperial. Con su colección de obras importantes y la colección de Bruegel más grande del mundo figura hoy entre las colecciones de arte más destacadas del mundo.
La pinacoteca alberga numerosas obras principales de la historia del arte occidental, entre ellas, la “Madona en el campo“, el “Arte pictórico“ de Vermeer, los cuadros de las infantas de Velázquez y obras maestras de Rubens, Rembrandt, Durero, Tiziano y Tintoretto. La colección de antigüedades y de arte oriental y egipcio fascina con tesoros  de culturas enigmáticas de épocas pasadas.
La Kunstkammer de Viena que contiene rarezas de las antiguas cámaras del tesoro y cuartos de las maravillas de los Habsburgo, celebró en marzo de 2013 una fastuosa reapertura. La colección constituye una de las Cámaras de Arte más importantes del mundo y muestra preciosidades de épocas de la Edad Media, del Renacimiento y del Barroco. Como puntos culminantes han de mencionarse la Cámara de Arte del Emperador Rodolfo II, el Exotica-Komplex y la famosa Saliera.
Las tres plantas del museo albergan variadas colecciones: arqueología, escultura, artes aplicadas, armas, numismática y medallística. Las galerías de pintura se hallan en la planta noble y el segundo piso, este último dedicado a maestros menores.
En la planta baja se pueden ver las exposiciones dedicadas a las antigüedades orientales, griegas, romanas y de Egipto.
En las sucesivas salas se exponen momias, objetos que se utilizaban para el culto a los muertos, esculturas y elementos decorativos como son unas enormes columnas de piedra construidas en una sola pieza hace más de 4.000 años.
 La primera planta está dedicada especialmente a la pintura, con obras del siglo XV hasta el XIX ordenadas geográficamente; en un lateral del edificio se exponen la pintura neerlandesa, flamenca y alemana y, en el otro, obras de pintores italianos, franceses y españoles.
Se exponen pinturas de artistas muy variados entre los que cabría destacar a Velázquez, Canaletto, Tiziano, Rubens, Rafael o Rembrandt.

En la segunda planta se encuentra el Gabinete Numismático, donde se conserva una de las mayores colecciones de monedas y medallas del mundo, con más de 700.000 objetos.
A través de la exposición se puede ver la evolución del dinero, además de contemplar la medalla de oro más grande y la más pequeña del mundo.

  
         Bibliografía:
-KHM-Museumsverband el Weltmuseum Wien.
-Website Vienna ahora para siempre y Civitatis Viena.

                                                                        -Obras de arte cortesía de: Museo de Arte de Viena.

martes, 20 de febrero de 2018


Grandes virtuosos de la música

ANTONIO VIVALDI
Un virtuoso del violín y un fértil compositor

A pesar de ser uno de los más famosos músicos del Barroco y de todos los tiempos, muy poco se sabe sobre la vida de Antonio Vivaldi, a tal punto que sus biógrafos se contradicen con frecuencia. Nació en Venecia (Italia), probablemente el 4 de marzo de 1678, justo el día en que un violento terremoto sacudía la ciudad, destrozaba los puentes y desbordaban los canales.
Su padre, Giovanni Battista, fue un excelente violinista que formó parte de la orquesta de la capilla catedralicia de San Marcos de Venecia, en 1685. Había nacido en Brescia, pero se trasladó en 1666 a Venecia para convertirse en un músico profesional.

LOS GENES NUNCA FALLAN
Allí, en la ciudad de las góndolas, se casó con Camilla Galicchio. De esta unión nació Antonio Lucio, el mayor de siete hermanos. El padre era conocido con el sobrenombre de « Rosso», debido a su cabello pelirrojo. Él fue el primer maestro de Antonio, quien heredó no sólo una cabellera del mismo color, por lo que años después se conoció a Vivaldi como «il preterosso» (el cura pelirrojo), sino también lo más importante: el oficio de músico y los buenos contactos sociales con la nobleza veneciana, lo que le permitió abrirse camino en la vida.
Parece que Vivaldi llegó a estudiar con Giovanni Legrenzi (1626-1690), uno de los más renombrados e influyentes compositores de su tiempo. Pero Legrenzi murió cuando Vivaldi tenía doce años y se ignora con quién o dónde prosiguió sus estudios. Como fuere, el joven Antonio hizo tales progresos en su educación musical, que rápidamente obtuvo un puesto de violinista suplente en la orquesta de San Marcos. De este modo, tuvo una espléndida oportunidad para familiarizarse con los secretos de la interpretación orquestal. Este aprendizaje le sería de gran valor para su futuro como director.

A LA VIDA RELIGIOSA
Probablemente por deseo de su padre, Antonio Vivaldi inició la carrera eclesiástica en 1693. El sacerdocio no interfería para nada con su vocación musical. Ordenado sacerdote el 23 de marzo de 1703, en Venecia, a los 25 años, Vivaldi fue enviado a San Geminiano, una iglesia renacentista que fue demolida en 1807 por orden de Napoleón. Su principal obligación como sacerdote era oficiar misa, que, en esos tiempos, no era un ritual recitativo, sino cantado. Según la leyenda, un día, en plena misa, surgió en su mente un tema musical. Dejó el altar, abandonó a los fieles y corrió a la sacristía para trasladar al papel su inspiración. Luego regresó para terminar el oficio. Esa infracción le valió ser procesado por el Santo Oficio, que, según se comentó, le prohibió volver a decir misa. Todo hace pensar que Vivaldi no sufrió ningún conflicto de tipo religioso, sino que lo que más lamentó fue la reducción de sus ingresos.
Perdido su salario como sacerdote oficiante, Vivaldi se las ingenió para sacarle mejor partido a su condición de músico. En una carta muy posterior - generalmente datada por los musicólogos en 1731- , Vivaldi desmentiría haber sido sancionado por la Iglesia: “No he dicho la misa durante 28 años y tampoco volveré a decirla, no por orden o prohibición alguna, sino por mi propia voluntad, debido a una enfermedad que he sufrido desde mi nacimiento y que aún me aflige. Después de que fui ordenado sacerdote, dije misa durante casi un año y luego me abstuve, pues tuve que dejar el altar tres veces antes de acabarla por causa de mi enfermedad. Por eso vivo casi siempre en interiores y sólo salgo en góndola o carruaje, ya que no puedo caminar sin sentir dolor y opresión en el pecho. Ningún caballero me ha invitado a ir a su casa, ni siquiera nuestro príncipe, porque todos conocen mi afección. Puedo salir a pasear después de la cena, pero nunca a pie. Ésta es la causa de que nunca diga misa”. Al parecer, padecía de asma, enfermedad por aquella época muy frecuente en Venecia.
En septiembre de 1703, el mismo año de su ordenación sacerdotal, Vivaldi entró como profesor de violín en Lospedale della Pietá. Luego fue nombrado compositor, director d coros y finalmente de una orquesta estable. La relación del compositor con esta institución duró 37 años, con varias y extensas interrupciones. Muchos de sus viajes a Europa eran para difundir sus obras.

SU REPERTORIO
Viviendo como vivía en Venecia, era casi obligado que Vivaldi se sintiera atraído por la ópera, género musical que nació  en la ciudad de los canales. En el siglo XVII se abrieron los primeros teatros privados y se sacó a la opera de las cortes principescas. Nuestro biografiado se inició tarde en la ópera, pero lo hizo con un entusiasmo extraordinario.
Vivaldi compuso unas cincuenta operas. No nos sorprende el hecho de que, junto a las obras para grandes orquestas compusiera también numerosas sonatas y sonatas tríos. Existen además una serie de conciertos de cámara que están estructurados como auténticos conciertos. A su repertorio se suma música religiosa como el “Gloria”. En los últimos tiempos los salmos, credos y oratorios vuelven a llamar la atención del público. En materia de conciertos y obras orquestales, nunca se ha puesto en duda la aportación de Vivaldi al concierto para solista.
Entre esos siete conciertos se encuentran los agrupados bajo el epígrafe “Las cuatro estaciones” (los tres restantes son el Concierto en Mi bemol mayor RV 253, "La tempesta di mare", el Concierto en Doma­ yor RV 180, "Il piacere", y el Concierto en Si bemol mayor RV 362, "La caccia''), cuatro partituras que mantuvieron vivo el nombre de Vivaldi tras su muerte, en un momento en que el resto de su producción caía en el olvido. Una anécdota ilustra el éxito del ciclo: un día de noviembre de 1730, en Francia, donde la música de corte descriptivo tuvo siempre un gran predicamento, el rey Luis XV sintió el irresistible deseo de volver a escuchar "La primavera'', por lo que hubo que improvisar una orquesta con algunos nobles y criados para satisfacer los deseos del monarca. No resulta así sorprendente que Las cuatro estaciones sea hoy  una  de esas  obras singulares  que han  logrado  superar los límites  de la llamada  "música  clásica''  para  conquistar  el favor  de todo tipo de público.
Vivaldi falleció el 26 de julio. Su entierro como el de Wolfgang Amadeus Mozart, fue el de un pobre. Durante más de siglo y medio fue olvidado y fue redescubierto en la década de 1930, gracias a los eruditos que estudiaban su obra.

 Fuentes bibliográficas:
Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon,
Grandes compositores Editorial Sol 90, Barcelona, España,
Grandes Compositores Salvat Editores, José L. Pérez Arteaga, Pamplona, España
y ABC de la música clásica, de Eckhardt van den Hoogen (304)  

Fotografía: Cortesía de WRTI-FM

lunes, 19 de febrero de 2018




PENSAMIENTOS DE LA SEMANA
La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son. Winston Churchill (1874-1965) Político británico.

BOLIVAR MÁS VIGENTE QUE NUNCA
“El poder sin virtud es un abuso y no una facultad legitima”. (29-12-1816)

domingo, 18 de febrero de 2018


Protagonistas de la historia

PIERRE TEILHARD DE CHARDIN:
“el fenómeno humano”

Durante los años de 1960, la obra de Teilhard de Chardin fue uno de los  grandes  elementos de  discusión en algunos, ambientes intelectuales. Posiblemente, en los últimos años (1967-1969) la atención hacia ella disminuyo  paulatinamente. Pero, sin  duda, son todavía muchos quienes hoy se interesan  por  el contenido de una obra  que  tantos  comentarios y polémicas  ha  suscitado. No cabe la menor duda de que la explosión  arrolladora  de la obra de Teilhard se ha visto favorecida por dos factores históricos estrechamente ligados entre sí.
El primero de ello fue; a finales de la década de 1950 el sentimiento que compartían muchos grupos (y no los menos influyentes) en el interior de la Iglesia católica sobre la necesidad de un: cambio. Esta necesidad se traducía especialmente en la idea de un diálogo con el mundo modero. Sin hacer grandes especificaciones históricas es indudable que estas dos totalidades globales catolicismo-modernidad se han enfrentado por espacio de varios siglos. La Iglesia católica se había marginado a todo tipo de confrontación con los elementos constitutivos del mundo moderno, encerrándose teóricamente en la afirmación crispada de una serie de principios heredados de la Contrarreforma y prácticamente en el reducto de la colina vaticana desde la unificación italiana y el fin de los estados pontificios.
Otro factor histórico, estrechamente ligado  al anterior, lo han constituido los esfuerzos para un diálogo cristiano-marxista. Es de destacar que ya hacia 1960, en el libro “Moral cristiana y moral marxista”, que supuso uno de los primeros encuentros entre intelectuales de ambas denominaciones, aparecía un trabajo de Claude Cuénot, autor de una importante biografía de Chardin y posee un profundo conocimiento de los escritos de Teilhard sobre “Ciencia y Fe”.

GENESIS DE UN FUTURO JESUITA
El 1º de mayo de 1881 nacía en la propiedad de Sarcenat, en Auvergne, Francia, el cuarto hijo de Emmanuel Teilhard de Chardin, que fue bautizado con los nombres de  Marie-Joseph  Pierre, el  futuro autor de “El fenómeno humano”. El nacimiento ocurría  en una de esas familias representativas de la pequeña aristocracia rural francesa que habían sido profundamente marcadas por la lucha entre la modernidad y el catolicismo que presenció el siglo XIX francés. Sin duda, era el suyo un sentido católico profundamente influido por el conformismo absoluto ante las decisiones de la jerarquía, profundamente tradicionalista, incapaz de alimentar ideas propias con respecto a la vida social, añorando la existencia del “ancien régime” y las relaciones feudales.
Los primeros años de la vida de Pierre Teilhard de Chardin transcurren, como los de la mayoría de los niños, monótonos y uniformes. Claude Cuénot, el mejor biógrafo de Teilhard, ha dibujado  un  cuadro sugestivo de la vida cotidiana de Teilhard. “¿Cuál era el ritmo de la vida del niño?” El mismo de la vida sedentaria de la propiedad de Sarcenat: una existencia reglamentada según un ceremonial elástico y minucioso a la vez, que comenzaba a las siete y media de la mañana y terminaba con la oración a las ocho de la noche.

SU CARRERA AL SERVICIO DE DIOS Y LA FILOSOFIA
En 1891, a los once años, Teilhard ingresó como alumno de los jesuitas en el colegio de Notre Dame de Mongré, para cursar sus estudios de Segunda Enseñanza. En 1896 y 1897 aprobó los exámenes de Bachillerato. En 1899 entró como novicio en la Compañía de Jesús. Así comienzan los largos años de formación del futuro jesuita. Tras del noviciado, estudios humanísticos en Aix-en­Provence. Las leyes de Combes, en 1901, hacen que los jesuitas se preparen a abandonar el país por lo que Teilhard prosigue sus estudios en Jersey (Gran Bretaña). De 1902 a 1905, lleva a cabo sus estudios de filosofía.
De 1905 a 1908, Teilhard es enviado a El Cairo, Egipto a desempeñar la función de profesor de Física y Química en el Colegio de la Sagrada Familia, que los jesuitas mantienen en esa ciudad. Tras de esta etapa vuelve a Inglaterra a Hastings, en Sussex, para llevar a cabo estudios de teología preparatorios del sacerdocio.
Una vez acabada su etapa de formación teológica, pasa a París donde entra en contacto con el Museo de Paleontología. En esta institución pasa dos años de 1912 a 1914, empezando a familiarizarse con el mundo científico.
En agosto de 1914 había comenzado la Primera Guerra Mundial. De Chardin no fue movilizado en los primeros llamamientos. Tan sólo en diciembre de ese mismo año es considerado “útil para todos los servicios”. El 20 de enero de 1915 le encontramos ya como camillero en un regimiento de tiradores marroquíes. Con su movilización y los años de la guerra comienza una etapa decisiva en la formación del pensamiento de Teilhard de Chardin.
Los años que siguen a la vuelta a la vida civil marcan una nueva etapa en la vida de nuestro biografiado. Etapa parisiense que terminará con el viaje de Teihard a China en 1923. El 26 de mayo de 1918 pronuncia sus votos solemnes en Sainte-Foyles-Lyon. El 10 de marzo de 1919 recibe la licencia de soldado y es desmovilizado. A partir de ese momento se va a centrar en la actividad intelectual.
 Su máxima obra es “El fenómeno humano”. En el podemos ver como las líneas de su evolución intelectual, así como su básica actitud concordita, alcanzan la síntesis suprema.

LOS ULTIMOS AÑOS EN ESTADOS UNIDOS
En 1951 se produce la separación definitiva de Francia. El motivo un viaje a África Austral, donde en 1924, D. R. Dart había descubierto el primer cráneo de Australopiteco. En agosto de 1951, se encuentra en Johannesburgo.
Después de ese primer viaje a África del Sur, fija definitivamente su lugar de residencia en New York. Una vida tranquilamente exterior, pero exhaustivamente dedicada al trabajo que se reparte entre el Wernner-Gren Fudation, el American Museum y la residencia Loyola para los jesuitas en el Park Avenue.
Su vida se vio bruscamente truncada en 1955, el día de Pascua de ese año (10 de abril) un nuevo ataque al corazón terminó con su existencia.

Bibliografía:
-Ciencia y Fe en Teilhard de Chardin, de Claude Cuénol, de Editorial Plaza & Jones.
-Biografía de Teilhard De Chardin, de Julio Rodríguez Aramberri, “Los protagonistas de la historia”, de Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, España.
-El fenómeno humano, de Teilhard De Chardín, de Ediciones Orbis, S.A.
Fotografía: Cortesía de Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, España.