domingo, 23 de septiembre de 2018



Protagonistas de la historia

SIGMUND FREUD:
el psicoanálisis nace en un diván


Sigismund Freud (no, Sigmund, pues el nombre era judío-polaco nació una tarde de mayo  -el día 6 de mayo de 1856- en el pequeño pueblo de cinco mil habitantes llamado Freiberh, hoy Tibor.
Freud vino al mundo en la ciudad austríaca de Friburgo. Inició sus estudios de medicina en la Universidad de Viena en 1873, y en esa ciudad realizó la mayor parte de sus investigaciones sobre los fenómenos psicopatológicos, que le condujeron al descubrimiento del inconsciente y a la formulación de la teoría del psicoanálisis, en torno a la cual fundó la sociedad psicoanalítica de Viena. Contrajo matrimonio con Martha Bernays y tuvieron seis hijos, entre ellos su hija Anna, también destacada psicoanalista.  Durante  bastante  tiempo  se vio aislado y fue duramente criticado por gran parte del ámbito médico, debido a las afirmaciones contenidas en su libro “Introducción al psicoanálisis” y a su descubrimiento de la sexualidad infantil. La importancia que Freud concedía a este último tema le llevó incluso a romper su relación con J. Breuer, médico vienés con quien había  colaborado  durante  muchos años. Sin embargo, las ideas freudianas fueron poco a poco venciendo resistencias y alrededor de su creador se reunió un grupo de discípulos, algunos de los cuales, como Alfred Adler y Carl Jung, tras romper con su maestro, prosiguieron sus investigaciones y fundaron sus propias escuelas. Freud se distinguió siempre por una gran sinceridad intelectual y, si bien defendió sus concepciones con vigor, también supo rectificar sus propias ideas. Fue un trabajador infatigable y un ameno y prolífico escritor. Le fue concedido el premio Goethe en 1930.
A los cuatro años llegó Freud con su  familia a Viena,  la ciudad alegre y confiada. La de la ciudad, ante la indiferencia ante la desgracia o la injusticia, la de la hipocresía sexual, la del servilismo aristocrático.
¿Qué reacción seria y responsable pudo producir toda esta ligereza sexual en Freud? Sin duda le llevó a un estudio profundo de este campo, que sus raíces “jasídicas” le habían siempre presentado como esencial al hombre concreto, y que sería tan hipócritamente rechazado por el ambiente vienés.
Además, el catolicismo cerrado que  allí  reinaba  no servía más que para inclinar la mentalidad de los vieneses contra cualquier minoría religiosa distinta. Los  judíos, que para el siglo XIX eran del 10 por ciento de la capital, habían sido antes muy numerosos, y los cristianos les hicieron vivir  en  “ghettos”  durante  la  Edad  Media, hasta que en el siglo xv destruyeron la judería. Viena había sido -y era en tiempo de Freud- una ciudad antisemita, que marcó la mentalidad de Freud contra el catolicismo, ante tal intolerancia y desprecio.
La situación económica de los Freud no sólo no había cambiado, sino que claramente empeoró. Todos estos apuros, vividos con angustia por sus padres, dejaron una huella psicológica en él. Huella negativa que “agravó su inclinación a la neurastenia”.

EL FINAL DE FREUD
A Freud le costó tiempo hacerse famoso,  pero él  nunca se lo propuso y jamás  invirtió este tiempo en  ello. Freud tuvo, eso sí, unas decididas convicciones personales, que le malquistaron públicamente con el nazismo en 1933 quemaron  sus libros  en  una  plaza pública, y tuvo que salir de Alemania, yendo, poco antes a morir, a Londres, donde fue escogido como se merecía. El ochenta aniversario de Freud -celebrado en 1936- fue precisamente ocasión de toda suerte de homenajes y ceremonias en su honor. Y es que toda la ciencia humana empezaba a beneficiarse de sus hallazgos.
Los antropólogos -como Kardiner-, los intelectuales del arte- como Kris- y toda suerte de pensadores celebraron sus inventos, y reconocieron que su obra trascendía los límites de la pura psicología.
Este hombre, que murió a los ochenta  y  tres  años, llevó a cuestas su calvario personal: un cáncer de mandíbula por el que sufrió, desde 1923, treinta y tres dolorosísimas operaciones. Pero todo lo llevó imperturbablemente, como era  propio  de  un  hombre  que había confesado que deseaba terminar su vida aceptando serenamente y sin dramatismo alguno la muerte, porque para él era un acontecimiento como otro cualquiera.
El testamento, la síntesis de su vida, fue su libro más discutido y menos comprendido: Moisés y  el  monoteísmo. La  clave  la  dio  él  mismo  al  descubrir,  casi   sin darse cuenta, que era una “novela histórica” en el mejor sentido de la palabra. Su lenguaje literario -lleno de intuiciones- daba a conocer  hechos  sociales,  entre otros el religioso, que eran reinterpretados con especial agudeza, dándoles por primera vez el carácter de una cierta “verdad histórica” -como dice Martha Robert- a pesar del ropaje literario con que los  envolvió para mejor comprender su significado psicológico .
Al morir, este modesto y genial investigador, el 23 de septiembre de 1939, recién empezada la guerra  mundial, es cuando cumplió en sí mismo su ideal de conseguir impregnar de razón la vida humana.
Su más vehemente deseo había sido suprimir “represiones inconscientes” -indiviudales y sociales- y  sustituirlas  por  “aprobaciones  y  reprobaciones”  inteligentemente conscientes, en las que  “intervienen las más altas funciones  espirituales  del  hombre,  logrando  así  el dominio consciente”   Por   eso   si   querernos   saber cuál fue  su  lema, lo  podríamos  resumir en:  “Atrévete a saber”.
Con él consiguió -como dice  el  literato  Thomas Mann- “una fuerza revolucionaria”.
Contra lo que algunos han pensado de ciertas expresiones realistas “Freud no se reveló como el pesimista que algunos le han considerado. Y si es Verdad que no creyó en una tendencia innata y cuasidivina a la perfección; pensó, -en cambio, que no- se podía negar que el hombre pudiera dirigirse hacia metas elevadas”.
En 1938, durante la persecución nazi, consiguió salir de Austria e instalarse en Londres, ciudad en la que murió al año siguiente.

Fuente bibliográfica:
Biografía de Sigmund Freud, de Enrique Miret Magdalena, publicada
en Protagonistas de la Historia, de Iberico Europea Ediciones.
Darwin, Tomos I y II, biografía de Ernest Jones, de Editorial Salvat, Grandes Biografías.
Fotografía: Cortesía de: BiografíayVidas



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