Grandes virtuosos de la música
JOHANNES BRAHMS:
músico itinerante y contrapunto de Wagner
Nuestro
biografiado era hijo de un contrabajista. La familia vivía muy modestamente y,
aunque los padres trataron de evitar tristezas y penalidades a sus hijos, la
pobreza dejó su huella en Johannes. Niño tranquilo y reservado, vivía en un
mundo imaginario. Aprendió a tocar el violín, el violoncelo y la trompa y a los
siete años empezó el piano. Hizo rápidos
progresos y al poco tiempo pudo
actuar como acompañante de su padre en los bailes y en las tabernas por Twee
Daler un Duhn (dos táleros y todo el coñac que se quisiera), como se decía
entonces. Cuando cumplió los trece años tocó el piano durante
algún tiempo en una taberna cercana al puerto. Brahms decía de aquella
época de su vida:
“Componía
en secreto, pero sólo podía hacerlo por la mañana temprano. Durante el día
tenía que arreglar marchas para las bandas y charangas y por la noche tocaba en
la taberna.” Pero sólo treinta años después
revelaría las malas impresiones que la vida de la taberna dejaran en él.
Johannes
Brahms nació el 7 de mayo de 1833 en Hamburgo. Fue el segundo de los tres hijos
que tuvo el matrimonio formado en 1830 por Johann Jakob Brahms, de 24 años, y
Johanna Henrika Christiana Nissen, 17 años mayor que su marido.
A los
15 ofreció su primer concierto como pianista y empezó a ganarse la vida tocando
este instrumento. El joven Brahms completaba esta actividad profesional
actuando en recitales pianísticos y realizando arreglos para editores de
música. En 1845 se inscribió como alumno de piano y composición en los cursos
privados de Eduard Marxsen, el maestro más reputado de Hamburgo. Muy pronto
completó su interés profesional por la música con la afición a la literatura y
la filosofía; en sus horas de trabajo en los bares, entre actuación y
actuación, leía obras de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, Roben Burns y Friedrich
von Schiller, entre otros autores.
El
viejo Brahms tenía fe en su hijo, y su profesor de piano era de opinión de que
podía llegar a ser un buen pianista “sólo con -que dejara la composición”.
A los
diez años Johannes dio un concierto con tanto éxito, que el empresario intentó
convencer al padre de que le autorizase a hacer una gira por Alemania. El dinero atraía al viejo,
pero el profesor del chico logró persuadirle de que desistiera de aquello y dejara a Johannes continuar sus estudios en
paz.
UN CAMBIO EN SU VIDA
Su
vida cambió a los 20 años tras un encuentro con Ede Reményi (1830-1898), un
violinista húngaro de una personalidad fascinante y cuyo verdadero nombre era
Eduard Hoffmann. El músico magiar había sido expulsado de Austria por su
participación en las jornadas revolucionarias de 1848 y después de un breve
exilio en Estados Unidos decidió regresar a Europa. Reményi, gran conocedor de la música gitana,
se ganaba la vida gracias a las múltiples giras que organizaba por Alemania, en
las que ofrecía conciertos y recitales. Guiado por el músico húngaro, Brahms abandonó por primera vez su ciudad natal y se sumó
durante un año a una de esas giras por diversas ciudades -de Gottingen a
Hannover, pasando por Weimar-, en la que conoció a infinidad de compañeros de
profesión. Brahms mantuvo este tipo de actividad hasta una edad avanzada,
alternando conciertos en los que intervenía como solista o como director de
orquesta. Gracias a ello y a los elevados honorarios que acabó recibiendo de
sus dos principales editores (Fritz Simrock y Breitkopf & Hartel), pudo
vivir holgadamente la mayor parte de su vida. Durante las giras que realizó en
compañía de Reményi asistió a encuentros con músicos como el violinista Joseph
Joachim, el compositor Franz Liszt y el matrimonio formado por Roben y Clara
Schumann, lo que posteriormente le ayudó en su carrera de compositor.
En un
principio, las obras de Brahms fueron apreciadas sobre todo por un pequeño pero
influyente grupo de compositores y músicos, cuya amistad supo mantener este
hombre afable y gentil.
Su
primer encuentro con Roben y Clara Schumann, en cuyo domicilio de Düsseldorf se
alojó a finales de 1853, fue especialmente importante, puesto que el músico alemán,
impresionado por la calidad de las composiciones del joven Brahms, escribió
para la Neue Zeitschrift für Musik un artículo en el que anunciaba la aparición
de un nuevo genio musical. Después de leerlo, Héctor Berlioz, en una carta a
Joachim, manifestó sentir admiración por "ese joven audaz y tan tímido que
se atreve a componer novedosamente". El encuentro con los Schumann le
marcó profundamente y derivó en una estrecha amistad, que se mantuvo hasta el
fallecimiento de Roben, en 1856, y de Clara, 40 años después. Según algunas
versiones, Brahms se enamoró perdidamente de la esposa del compositor alemán, aunque lo único realmente comprobado
es que el músico de Hamburgo nunca llegó a casarse. Dicen que, consciente de
que su amor hacia Clara no podía prosperar, sufrió una grave crisis, de la que
salió dedicándose plenamente a la música.
En
1857, tras regresar a Hamburgo, aceptó
el puesto de director de orquesta
en la pequeña
corte del príncipe Lippe, en
Detmold, que abandonaría dos años después. En realidad, Brahms vivió durante
mucho tiempo la contradicción entre su gusto por una vida libre e itinerante
dedicada a la música y la obtención de un puesto de trabajo estable. En dos
ocasiones (1862 y 1867) presentó su candidatura a la dirección de la orquesta
filarmónica de su ciudad natal, pero ésta fue rechazada en ambos casos. En
Viena -urbe que visitó por primera vez en 1862 y donde fijó su residencia
durante la mayor parte del año en 1868- aceptó puestos de dirección en la
Wiener Singakademie (Academia de Canto de Viena) y en la Gesellschaft der
Musikfreunde (Sociedad de Amigos de la Música), aunque no permaneció mucho
tiempo en ellos. La personalidad poco convencional de Brahms también se plasmó
en el terreno amoroso, donde tuvo fama de soltero empedernido. Al supuesto
flirteo con Clara se sumaron el de Agathe von Siebold -con quien estuvo a punto
de casarse-, la cantante Luise Dustmann, Elisabeth von Stockhausen y la soprano
Hermine Spies. Cuando en 1860 rechazó públicamente la Neue Musik, abanderada
por Liszt, Wagner y Berlioz, este hombre tranquilo e inquieto se decantó por la
veta más pro funda de su personalidad: la búsqueda de la autenticidad, aun a
costa de la soledad.
Desde
la década de 1860 su reputación como compositor creció lenta pero firmemente,
primero en Alemania y después en países de su entorno, como Dinamarca y
Holanda. Y desde mediados de 1875, cuando su posición económica le permitió
abandonar la búsqueda de un puesto estable, se dedicó plenamente a difundir su
propia obra en grandes giras de conciertos y a viajar por placer: visitó varias
veces Italia, un país que le fascinaba, y veraneó en los más hermosos rincones
de Alemania, Suiza y Austria, como Lichtental, Thun, Rüschlikon, Portschach y
Bad Ischl, entre otros destinos. En Viena, sus admiradores -entre los que se
hallaba el poderoso crítico musical Eduard Hanslick- lo convirtieron en el
exponente de la pureza musical, por oposición a la mezcla de géneros de la
música de Wagner. Cuando éste falleció, en 1883, Brahms pasó a ser el más
importante músico alemán en vida; incluso antes de su muerte comenzó a ser
definido como "la tercera B" de la música alemana, junto con Bach y
Beethoven. En sus últimos años de vida le organizaron homenajes y le
concedieron condecoraciones y títulos honoríficos, entre ellos el de Caballero
de la Orden del Mérito Prusiana (1886) y el de Ciudadano de Honor de Hamburgo
(1889).
Hasta
el final de sus días, Brahms conservó su honradez y generosidad, y así, por
ejemplo, fue el primero en reconocer y alentar el talento del compositor checo
Antonin Dvorák. La noticia de la muerte de Clara Schumann en 1896 le causó gran
tristeza, lo que acabó por agravar un estado de salud ya de por sí delicado.
Tras someterse a un tratamiento en Karlsbad, regresó a Viena debilitado y con
dolores. Desde el 26 de marzo de 1897 guardó reposo absoluto por prescripción
médica. Falleció la mañana del 3 de abril de 1987 a consecuencia de un cáncer.
Su tumba se encuentra en la sección llamada Ehrengraber (Sepulcros de Honor)
del Cementerio Central de Viena, junto a las de Beethoven, Schubert y Strauss,
entre otras personalidades.
Fuente
bibliográfica:
-Historia
de la música. Gran selección de Deutsche Grammophon.
- ABC
de la música clásica, de Eckhardt van den Hoogen.
-El
mundo de la música, Espasa, Calpe. España.
Fotografía:
Cortesía de: Fine Art America
No hay comentarios:
Publicar un comentario