Protagonistas de la historia
CHARLES DARWIN
La evolución del pensamiento
Charles Darwin |
La teoría de Charles
Darwin sobre la evolución de los seres vivos, ha estado rodeada de entusiasmo y
polémica desde su aparición, es uno de los logros capitales de la ciencia y el
pensamiento del siglo XIX, con una influencia que llega hasta nuestros días. No
es de extrañar, por lo tanto, que la vida del creador del evolucionismo, su
extraordinaria aventura al bordo del “Beagle” y el largo proceso de maduración
de su pensamiento configuren una historia humana y científica tan atractiva.
Charles Roberto Darwin
nació el 12 de febrero de 1809, en Shrewsbury, un pueblecito de Shropshire,
Ingleterra; justamente el mismo día en que también nació otro gran protagonista
de la Historia: Abraham Lincoln. Fue Charles el quinto hijo del doctor Roberto
Waring Darwin, quien a su vez era hijo de un
distinguido hombre de ciencia. La
madre de Darwin, Susana Wedgwood, procedía de una familia distinguida, era hija
de un famoso y acaudalado ceramista de la época, Josiah Wedgwood. Charles
conservaba muy pocos recuerdos de ella, ya que murió cuando él tenía sólo ocho
años. En su Autobiografía, Darwin confiesa que recordaba muy
pocas cosas de la muerte de su
madre.
Con su padre, en cambio que era médico, naturalista y poeta conocido, tuvo ocasión de
convivir más largamente. En la escuela de Samuel Butler, a la que asistió de
niño, Charles adquirió, un poco a la fuerza, una cierta formación clásica; pero
su afición a las ciencias naturales tuvo, sin embargo, ocasión de satisfacerse
en las excursiones por el campo, en el laboratorio de Química que tenía montado
en casa su hermano mayor, y en las veladas en que su padre les hablaba de las
ideas del abuelo Erasmo y de las suyas propias.
El apellido Darwin era
conocido desde hacía tiempo en el mundo científico inglés.
El abuelo Erasmo -el «célebre Dr.
Darwin», como le llamaba el público
culto del siglo XVIII, fue un médico, anatomista, botánico y poeta, que en una
obra llamada Zoonomía o las leyes de la
vida orgánica (1794-1796) pretendió explicar los fenómenos
vitales en unos
términos de materia y movimiento, que se anticiparon en algún
modo a las interpretaciones evolucionistas de Lamarck, naturalista francés y de
su propio nieto.
A través de
observaciones v reflexiones muy perspicaces, el abuelo de Charles Dawin acertó
efectivamente a pensar que «todos los animales sufren transformaciones
continuas... muchas de las cuales se transmiten a su descendencia».
Meditando además sobre
la semejanza estructural de los animales de sangre caliente, Erasmo Darwin
imaginó que a lo largo de millones de años, y
en virtud de pequeñas transformaciones, quizá todos estos animales de
sangre caliente hubieran podido surgir “de un único filamento viviente”.
El propio padre de
Charles Darwin fue, como hemos dicho, un
médico naturalista y poeta distinguido, que acostumbraba a comentar con
sus hijos todas las ideas biológicas.
Por supuesto, el joven Charles no
entendía demasiado bien tales explicaciones y, en realidad, lo que le gustaba
era coleccionar guijarros, plantas, insectos y huevos de pájaros, así
como disparar a las ratas y a los perros de los alrededores.
No obstante, es posible que todas esas ideas quedaran «guardadas
en su corazón y contribuyeran a
la formación de su pensamiento posterior sobre la evolución.
A los dieciséis años,
su padre le envió, junto con su hermano
Erasmo, a la
Universidad de Edimburgo -donde pasó dos cursos-, con el fin
de que siguiera la tradición médica de la familia. Igual que en Shrewsbury en Edimburgo tampoco le gustaban
las clases. Darwin continuaba atraído por
la Historia Natural.
Le gustaban las lecciones de Jancson sobre Zoología y Geología y se
interesó también por la Biología
marina, acerca de la
cual presentó, por mediación de algunos amigos,
un par de comunicaciones en la
Sociedad Linneo. Un día, sin embargo, Darwin tuvo que presenciar la operación
de un niño. En aquella época, claro está, no
había anestesia,: y Darwin no pudo resistir el espectáculo. Huyó,
y abandonó para siempre la medicina, ya que para entonces estaba
enterado de que no necesitaría trabajar para
vivir. Su padre, entonces, pretendió que se hiciera
abogado, cosa que contrariaba profundamente a Darwin. Un poco como
último recurso, el padre
intentó orientarle hacia los
estudios teológicos.
Por fin, en 1828, y
tras algunos meses dedicados en Shrewsbury
al refresco de su
educación clásica, Darwin ingresa
efectivamente, en el Christ´s College, de Cambridge, donde permanece hasta
1831. Con ayuda de los profesores, va pasando
curso tras curso
sin pena ni gloria: finalmente se
gradúa como Magister Artium, con el número 10 de los que no aspiran a nota. Se
hace anglicano y hasta llega a trabajar en una iglesia rural. En realidad, sin
embargo, lo que le ha interesado de Cambridge no ha sido su carrera de Letras.
Igual que en Shrewsbury y Edimburgo, lo que le ha atraído al joven Darwin ha
sido la equitación y caza de pequeños animales, hacer colecciones de
escarabajos y, además, pasear con el reverendo John Stevens Henslow, profesor
de Botánica de la Universidad, por cuya materia se interesa apasionadamente. Es
precisamente en esta etapa cuando establece amistad con el geólogo
Sedwick -a quien acompaña en una
excursión científica por Gales-, cuando lee a Lamarck y a
William Herschell, astrónomo germano-britanico; por primera
vez oye hablar de Charles Lyell, uno de los fundadores de la
geología moderna y conoce a Alexander von Humboldt, naturalista alemán.
Pronto advierte el
doctor Roberto Waring Darwin que los
problemas profesionales de su hijo Carlos no han concluido con la graduación en
Cambridge. Recomendado por el profesor Henslow, que ha advertido en Darwin un
talento poco común para las
ciencias naturales, el joven
Darwin pretende embarcar como naturalista sin sueldo en una nave de Su
Majestad, el Beagle, bergantín de 235 toneladas que está a punto de
zarpar para un largo viaje de exploración alrededor del mundo.
Como es lógico, este
tercer cambio de profesión no deja de preocupar al padre de Darwin.
Finalmente, el padre cede y Darwin se hace a la mar con el Beagle, a los
veintidós años de edad, el 27 de diciembre
de 1831. Nada más alejarse de
Davenport, cuando apenas ha dejado de divisarse la línea de la
costa, Darwin se marea y se encierra en
su camarote con un ejemplar del primer
tomo de los Principios de Geología, de Lyell. El reverendo Henslow le
había recomendado la lectura
de este autor, a la vez que le había sugerido un cierto
escepticismo respecto a sus doctrinas: “Lea a Lyell, pero no crea lo que dice”, había sido el consejo. Darwin, no
obstante, tomó muy en serio al famoso geólogo. -Un año después, estando anclado
en Río de
la Plata, de
vuelta de una
expedición por Brasil,
el correo le
trajo con las cartas
de la familia y
la prensa inglesa,
el segundo tomo
de los Principios, de Lyell.
Por aquel entonces se
suponía que la Tierra había sido creada hacía unos seis mil años. De otra
parte, los grandes accidentes geológicos
y la extensión de las especies que
atestiguaban los fósiles, se entendía que habían sido producidos por
grandes catástrofes, tras
las cuales Dios había vuelto a crear otras especies.
La lectura de Lyell
sirvió a Darwin para romper con tales presupuestos; y en este sentido le
facilitó el curso de sus ulteriores aventuras intelectuales, que finalmente lo
llevan a crear la teoría científica de “la evolución de las especies”.
En el invierno de
1881-1882, Darwin comenzó a padecer
graves problemas cardiacos. El 12 de febrero de 1882, cuando tenía ya setenta y
tres años, escribió a un amigo: “Se acerca el final de mi camino”. Era verdad,
tras una breve enfermedad, Darwin murió de un ataque al corazón el 19 de abril
de 1882. Sus restos de hallan enterrado en la abadía de Westmister, en Londres,
donde reposa también el cuerpo de Isacc Newton.
Bibliografía:
Biografía de Charles
Darwin, de José Luis Pinillos Díaz, publicada en Protagonistas de la Historia,
de Iberico Europea Ediciones.
Darwin, biografía de
Sir Julian Huxley y H.D.B. Kettlewel, de Editorial Salvat, Grandes Biografías.
Fotografía: Cortesía
de: Encyclopedia Britannica.
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