domingo, 28 de enero de 2018


Protagonistas de la historia

CHARLES DE GAULLE:
El hombre predestinado de Francia

“El general Charles de Gaulle es una de las  personalidades más interesantes de nuestra época. Nos atreveríamos a decir que un caso excepcional entre los gobernantes de su tiempo; una persona donde el hombre y  el  político  aparecen totalmente  identificados en sus defectos y  en  sus  virtudes; un  hombre nacido para mandar  y  un  político  que  está  convencido  de  ser la encarnación histórica  de Francia,  que tiene una fe ciega en los destinos de su país y que se  propuso convertir a Francia en la primera nación de Europa, quiéranlo o no  los  franceses, lo  consientan o no el resto de  los  países  europeos.  Porque  Charles  de  Gaulle fue un hombre con ideas propias,  independiente  y  tenaz, que se nos  aparece  como  un  eterno  rebelde  a  lo  largo de toda su vida”, así se expresa uno de sus biógrafos José María Ballester, sobre la personalidad de este protagonista de la historia.

SU ESTIRPE
Charles de Gaulle nació en Lille en 1890, en el seno de una familia conservadora de tendencias monárquicas y formación católica. Estudió en  un colegio religioso y posteriormente se graduó en  la academia militar de Saint-Cyr. Fue destinado a un regimiento cuyo coronel jefe era Pétain, luego célebre  mariscal de la I Guerra  Mundial. De Gaulle participó en ella, fue herido y hecho prisionero por los alemanes. En el período de entreguerras,  fue ascendiendo  regularmente  y se  caracterizó por sus repetidos intentos de  llamar la atención  de  las autoridades en pro de una reforma del ejército y de la constitución  de unidades acorazadas. La II Guerra  Mundial  le sorprende  con  el grado de coronel. Es ascendido a general de brigada provisional y nombrado subsecretario de Estado para la Defensa. Cuando el mariscal  Pétain,  en el nuevo gobierno, pide el armisticio, De Gaulle huye a Londres y lanza su proclama de rebeldía. De 1940 a 1943 constituye,  con grandes esfuerzos, el embrión de la Francia libre de ultramar. A partir de 1943 se transforma en el líder, cada vez menos discutido, de la nueva  Francia.

Durante todo 1945 Charles de Gaulle continuó batallando con los aliados como con su enemigo común. Su energía se dedicaba tanto a luchar por un sitio de igualdad para Francia en el mundo de la postguerra, como a la lucha contra los nazis.
En febrero de 1945 Franklin Delano Roosevelt, presidente de Estados Unidos de Norteamérica y Winston Churchill, primer ministro de la Gran Bretaña, se reunieron con el líder ruso Joseph Stalin, en la ciudad turística de Yalta, en el mar Caspio. Allí hicieron planes para el ataque final contra Hitler y para el período de la postguerra. No se invitó al general De Gaulle. Roosevelt fue el principal responsable de que no se le incluyera, pero Stalin y Churchill tampoco protestaron mucho. De hecho, Churchill comentó: "No se me ocurre que haya nada más desagradable e imposible que tener a ese amenazador y hostil entre nosotros".
No obstante, Churchill luchó a brazo partido durante la conferencia en pro de los intereses franceses. Consiguió para Francia una invitación como copatrocinadora, junto con los Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y China, de las Naciones Unidas, que se formarían en poco tiempo.
De Gaulle se enfureció por el desaire que representaba para él la reunión de Yalta. Rechazó la invitación a patrocinar las Naciones Unidas, y lo que fue peor, rechazó la invitación del presidente Roosevelt a reunirse con él en Argelia para informarle sobre lo que había sucedido en Yalta.
En esa ocasión de Gaulle fue demasiado lejos.
Tras de los desembarcos aliados, entra en París, preside el gobierno provisional, del que dimite. De 1946 a 1958 vive apartado de la política  y escribe sus memorias. En 1958 vuelve al poder ante los acontecimientos de Argelia.

LOS AÑOS DEL OCASO
La crisis de Argelia no había agotado la gran energía de Charles de Gaulle. Durante esos años también dedicó muchos esfuerzos a la reconstrucción de Francia. Por fin tenía la oportunidad de crear la clase de gobierno que en su opinión se necesitaba para restablecer la plenitud de la grandeza de su país. Había sentado las bases de una nueva constitución que le daba al presidente el poder supremo. Ahora el presidente desempeñaba su cargo durante un período de siete años y ya no podía ser expulsado de su cargo por un Parlamento bajo el dominio de los partidos.
En 1959 el pueblo de Francia demostró que también había llegado a respaldar este nuevo concepto de gobierno. La votación a favor de la Constitución fue del 80 por ciento. El pueblo también mostró una nueva confianza en el hombre de las ideas. Eligieron a Charles de Gaulle como primer Presidente de su nueva Quinta República.
Con las bases en su sitio y el apoyo del pueblo, De Gaulle logró llevar orden y fuerza al país. De la estabilidad de su nuevo gobierno, menos partidista, surgieron algunos de los años más pacíficos y prósperos que Francia ha visto en muchos años.
De Gaulle también comenzó a prestar atención a la función del gobierno que más amaba: la política exterior. Más aún que de la prosperidad y la unidad domésticas, De Gaulle creía que la grandeza de Francia  dependía  de  atrevidas   e   independientes negociaciones con el resto del mundo.
Resuelto el problema argelino dando la independencia a este  país que suscita el descontento  de  parte del ejército y de los colonos, se lanza a grandes reformas de política exterior (OTAN, Mercado Común, la Europa de las patrias), e interior. A partir de  mayo de 1968, la presión estudiantil y obrera pone en crisis su gobierno y provoca su dimisión en 1969. Muere el 9 de noviembre de 1970.

Bibliografía:
-De Gaulle, biografía de Jean Lacouture, Editorial Salvat de Grandes Biografías.
-De Gaulle, biografía de Susan Banfield, líderes del mundo, Editora Cinco.
Charles de Gaulle, de José María Ballester, Protagonistas de la Historia, de Iberico Europea Ediciones.
Fotografía: Cortesia de Tweets Charles de Gaulle.


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