viernes, 19 de enero de 2018


Pintores y escultores universales

DOMENICO THEOTOCOPULI “EL GRECO”
Maestro moderno de la España imperial

El Greco
Día de sol en Toledo. Claro día de primavera en que espejean las rumorosas aguas del Tajo y sobre el fondo moreno rojizo de los cerros se entreabren las flores silvestres a  la  tibia  caricia  del aire. En  este día  tan  claro  está a oscuras la casa  del  Greco,  casi  en  tinieblas, echadas las cortinas, sin luz las habitaciones. Cuentan que a un amigo que fue a invitarle a dar un paseo le respondió el pintor: "No; el resplandor  del  Sol  se  mezclaría  con  la luz  que  llevo  en mí".
Esta anécdota retrata al Greco: hombre de intenso espíritu religioso, retraído, propenso a vivir a solas con sus pensamientos. Del diario afán de entender y expresar lo que siente nace el estilo de una pintura única en su género. Los rostros y los cuerpos de sus figuras se alargan. El efecto que producen sus cuadros por la sutil e intencionada desviación de lo real, es impresionante. No ha habido pincel alguno que, en este aspecto, se iguale al suyo. Con ser uno de los grandes maestros de la pintura quedó relegado al olvido durante casi 300 años después de su muerte. En 1881, el entonces director del Museo del Prado de Madrid protestaba contra la inclusión  de  "las  absurdas  caricaturas"  del  Greco  en  las colecciones del museo.
La resurrección  del  Greco  a  la  fama  ocurre  en  Paris a fines del siglo XIX. Los pintores arden  en  rebeldía contra las normas tradicionales. Cézanne, Monet  y otros quieren libertad  en  el  empleo  de  la  luz,  de  la  forma, color. Y hallan en el Greco al artista  cuyo  pincel iguala el arte de la escuela impresionista de París.
Entierro del Conde de Orgaz
Milagro comparable al de ver a un muerto levantarse del  sepulcro fue el  de este  pintor  que  pasa  de las sombra del olvido a los resplandores de la estimación y nombradía universal.  Negociantes  en  objetos  de  arte  y  colección afluyen a Toledo  para rebuscar  en desvanes  y en sótanos las ahora ambicionadas obras del Greco. Espoleaba a coleccionistas en  su busca  el conocimiento  que tenían que gran parte de la copiosa producción del Greco estaba irremisiblemente perdida. No alcanzan siquiera a 300 los ejemplares que de ella han llegado hasta nosotros. De los 241 cuadros que, siete años después de muerto el pintor, se hallaban en poder de su hijo, según inventario  hecho por este, nada se sabe.
Aunque son innumerables los libros y folletos destinados a satisfacer la curiosidad que despierta en el público un pintor del siglo XVI que alcanza en el siglo XX tan rotundo éxito, poco es  lo  que  sabemos  de  la  vida  del Greco. No llevaba diario; su  correspondencia  epistolar era escasa. De las noticias que acerca de él se han allegado quedan sin esclarecer los hechos principales.
SU LLEGADA A ESTE MUNDO
Nació el 1º de octubre del año de 1541 en Candía, puerto de la isla griega de Creta.  Su  verdadero  nombre  era  Doménico  Theotocópuli, pero fue generalmente llamado el  Greco (el Griego). Recibió enseñanza en la escuela del Monasterio de Santa Catalina, cuya comunidad mantenía una capilla  en el Monte Sinaí.
A los dieciocho años de edad es ya pintor del cual cabe esperar mucho. Pasa a Venecia. Al decir de varios eruditos, recibe allí  lecciones del Ticiano,  particularmente en lo relativo al colorido. Unos años después viaja a Roma, en donde a poco de  haber  llegado  se malquista con Miguel Ángel, que es  el árbitro  de las  bellas artes en esa ciudad. Sucede que los dos pontífices bajo cuyo reinado ejecutó Miguel Ángel la pintura del Juicio Final le han pedido que cubra la desnudez de muchas de las figuras que aparecen en el famoso fresco, las cuales suscitan comentarios desfavorables. Se suma  el Greco  a las críticas, al decir: "Destruid toda  la obra  y dejad  que yo haga otra, que será decente y honesta, y no menos grande". Con esto puso fin a sus esperanzas de que le encomendasen la ejecución de obra alguna.
La dama de Armiño
La primavera de 1577 le encuentra en Toledo, la histórica y embelesadora ciudad que fue en un tiempo capital de la España visigoda. Le habían encargado algunos cuadros para la nueva iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Para entender al Greco hay que considerar lo que es Toledo, el misterioso encanto que allí respira, cuánto influye el alma de la ciudad en la del pintor. Tiene él a su llegada treinta y seis años de edad; conoce el arte de la pintura, pero nada más. O dicho de otra manera: es uno de tantos buenos pintores. En menos de cinco años  se  convierte  en  pintor  excelso.  El   milagro se debe a Toledo. Algo ha habido en el ambiente de la legendaria ciudad castellana que enciende en fervor el espíritu griego. Percibimos esa llamarada de pasión por la ciudad en su “Visita de Toledo”. Más que una visita de la ciudad, el cuadro es un ensueño en que la piedra y el mortero se espiritualizan para darnos una ciudad más toledana que la misma Toledo.
En los treinta y siete años que permanece en Toledo ocupa el Greco tres casas. La mayor parte  del  tiempo reside en la misma  en que murió.  Hermoso  edificio  de  24 aposentos. Fue compañera de sus  días  doña  Jerónima de las Cuevas, señora de cuya belleza da clara idea  el retrato “La dama del armiño”. ¿Contrajo el Greco matrimonio con ella? No se sabe de cierto. Según un  biógrafo, lo único que le impedía  legitimar  esa  unión  era  el haberse casado anteriormente en Italia. Tuvo con doña Jerónima  un  hijo, Jorge  Manuel, que fue  también  pintor y trabajó siempre a su lado. En el “Entierro del conde de Orgaz” aparece en primer término  la figura  de un  apuesto niño que lleva en el bolsillo del lado derecho un pañuelo donde, en griego, se lee el nombre del  pintor, la expresión " lo hice" y el año del nacimiento de Jorge Manuel.
En la gran casa donde residía habitualmente vi también  su  anciana  ama  de llaves  y cocinera, su agente de negocios y varios de sus discípulos. Cuando contaba con dinero para ello, contrataba  músicos que le amenicen las horas de comida. Algunas noches lo visita arquitectos, poetas, frailes eruditos. En esas tertulias, olvidando  su habitual  retraimiento, deleitaba  a todos lo  ingenioso  y  mundano  de  su  conversación.  Pero  tales expansiones  eran la excepción. Lo ordinario  para  él era permanecer  ante  el  caballete atormentado por el  ansia creadora, o pensar  en  el modo de dar forma y color  a las ideas y emociones que poblaban sus horas de vigilia. Los primeros encargos importantes que ejecutó en España fueron dos grandes retablos, ambos tan aplaudidos que le valieron la ejecución de otro para la catedral de Toledo. Para asunto de este eligió el tema de Jesucristo despojado de sus vestiduras o “El expolio de Cristo”. Rompe el Greco en esta obra maestra con la tradicional serenidad de la pintura italiana. La desenfadada  soltura  en  el manejo de los colores, lo atrevido del sombreado, dan al cuadro inusitado  vigor  y originalidad.  Fue  esto, sin  embargo más  de lo que   podía  tolerar la estética  de  los buenos religiosos, que además de negarse a recibir el cuadro, rehusaron  pagar  al  pintor su trabajo.
Las lagrimas de San Pedro
El pleito entablado por  el Greco  para  recabar  el  pago es un litigio histórico en que tanto demandante como demandados cuentan con testigos que  con  opuesto criterio, pero con parejo convencimiento, declaran a favor de cada cual. Durante la vista él Greco guarda desdeñoso silencio mientras, alta la frente, oye las críticas de sus censores. Al juez -que le pregunta por qué ha fijado su residencia en Toledo, le dice secamente: "No estoy obligado a explicar la razón por  que  vivo aquí". Solo cuando lo amenazan con la cárcel da su nombre. El pleito concluye al fin en transacción mediante la  cual  recibe el Greco la tercera parte de la suma que en un  principi0 habían  prometido pagarle  por el cuadro.
El Greco murió en Toledo el 7 de abril de 1614. Fue enterrado en una capilla de la iglesia Santo Domingo el Antiguo. De esta iglesia sus restos fueron trasladados a otra. El demolerla ésta se perdieron sus restos del que fuera uno de los más grandes pintores de España.

Fuentes bibliográficas:
George Kent, Los grandes pintores y sus obras maestras, de Selecciones del Reader´s Digest - Breves biografías íntimas de grandes pintores, de Editorial Molino.

Fotografías: Cortesía de: Reprodart.com. – Señor del Biombo.com – RTVE.es -  El Heraldo, España Ut Pictura Poesis Blog

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