viernes, 28 de septiembre de 2018



Los museos más importantes del mundo

MUSEO DE ARTE DE CRACOVIA


El Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia MOCAK, el primer museo construido enteramente después de la segunda guerra mundial y el más grande de este tipo en Polonia, se fundó en 2011 en el antiguo barrio industrial de Zabłocie, una zona en proceso de revitalización. En tan sólo cinco años de funcionamiento, el MOCAK ha pasado a ser el principal centro de cultura contemporánea de Cracovia y una institución mundialmente conocida. Cada año cuenta con más de 120 000 visitantes.
El museo se construyó en el territorio de la antigua fábrica de Oskar Schindler según el diseño del arquitecto italiano Claudio Nardi, que se ha remitido al contexto urbanístico existente al adaptar una parte de las antiguas naves industriales y al levantar un edificio nuevo siguiendo un espíritu neomoderno. El techo de estilo shed, tan característico de la antigua fábrica, se convierte en el elemento visual dominante de dicha construcción.Ubicado en el antiguo castillo real de Wawel, Polonia Cracovia, Kraków en polaco, es una de las ciudades más hermosas de Europa, aunque su encanto y belleza no están reconocidas: en cualquier nivel, la ciudad puede compararse fácilmente con Praga y Aviñón: cuenta con un legado histórico similar y con la misma riqueza en sus históricos edificios.
Desde el siglo XI hasta finales del XVI fue la capital de Polonia, en la época en que el país era la mayor potencia europea y atraía a artesanos, comerciantes y artistas de todos los rincones del continente. Más adelante, Varsovia asumió el rango de capital de la nación, aunque la Catedral de Cracovia siguió guardando hasta fechas recientes los restos de los dirigentes polacos. El propio país ha sido responsable de su declive político, que terminó por dividirlo: la desunión y las intrigas entre la elite polaca favoreció, en cierta medida, el que los estados vecinos interfirieran en los asuntos internos de Polonia.

La conversión en museo


Cracovia y el sur de Polonia estuvieron bajo el dominio austríaco durante 150 años. A diferencia de los regímenes de Rusia o Prusia (o Alemania), los austríacos fueron relativamente moderados, y cuando Polonia volvió a ser una nación autónoma, Cracovia estuvo envuelta en una amarga batalla con Varsovia. Durante la ocupación alemana posterior a 1939, uno de los oficiales más sanguinarios de Hitler, Hans Frank, gobernó la ciudad, con el famoso campo de exterminio nazi de Auschwitz ubicado en sus alrededores. El cardenal Wojtyla asumió el arzobispado de Cracovia antes de convertirse en Su Santidad Juan Pablo II.
La ciudad cuenta con un complicado castillo, el Wawel, construido sobre una roca en el banco del Vístula, y ahí se han reunido importantes monumentos y tesoros artísticos desde épocas anteriores al año 1000, y a ese período pertenece una capilla, la Rotonda Adauctus, que se ha integrado al palacio. Durante el siglo XIV el castillo quedó rodeado por una fortaleza gótica y más adelante se convirtió en un espléndido castillo renacentista. Al igual que otros magníficos edificios europeos, algunos de sus arquitectos eran originarios de Italia, entre los que se encuentran Francesco Fiorentino y Bartolomeo Berecci. Los incendios le han causado una gran devastación, en especial a la galería del norte, que fue reconstruida con el estilo barroco del italiano Giovanni Trevano.
El resultado es un imponente castillo que encierra un patio central rodeado por cuatro galerías de longitud desigual, en forma de pentágono irregular y coronado por senderos con arcos, y cuatro torres de altura y forma diferentes.
Durante el tiempo en que el castillo se usó como residencia real se distribuyó de tal forma que los salones de trabajo y los depósitos ocupaban el primer piso; el segundo nivel alojaba a la familia real y en el tercero las salas de estado; no obstante, en la actualidad el castillo se usa como museo, y se adaptó para tal propósito con un resultado que apenas puede creerse.

Salas de estado pintadas
En el lugar se puede disfrutar de tres exhibiciones diferentes. La primera incluye las joyas de la corona y la armería. Son cuatro las salas que contienen las insignias reales y otros objetos de importancia nacional, que incluyen la espada para la coronación, que data de 1280, un cáliz de plata del siglo XI, armas decoradas con joyas y miniaturas. Las cuatro salas de la armería contienen equipo militar de varios siglos.
La exhibición más importante abarca los aposentos reales y se extiende por los tres pisos. En ella se encuentran la Sala de los Senadores, diseñada por Giovanni Trevano, y las seis prestigiosas salas de estado, conocidas como la Sala de los Torneos, la Sala del Desfile Militar, la Sala de los Embajadores, el Zodíaco, los Planetas y la Batalla de Orscha, cuyos nombres se deben a los frescos en sus paredes: serie de pinturas de artistas alemanes y Hans Durero, de Nuremberg, hermao del célebre Alberto Durero, y que están protegidas por, techos con suntuosas elaboradas decoraciones.
La sala de estado más reconocida a la de los Embajadores, debido a la madera esculpida de su espectacular techo: 30 cabezas sobresalen de las 194 originales las esculturas son tan artísticamente singulares que se conocen como las cabezas del Wawel. La Sala de los Senadores se usó para presentar óperas y juegos de pelota cuenta con una galería para orquesta, los tapices de Bruselas que cuelgan en paredes son excepcionales y muy valiosas. El mobiliario también es sorprendente, en exhibición hay antiguos cofres polacos y piezas barrocas de Gdansk. Entre las pinturas mostradas se encuentran ejemplos del arte de Europa occidental, como las pinturas realizadas por Giorgio Vasari y Peter Paul Rubens.
La tercera exhibición está formada por arte oriental y cuenta con una de las mayores colecciones de armas otomanas y persas, telas del cercano oriente, tapices y objetos de arte. La mayoría de dichos objetos provienen del reinado de Jan III Sobieski, quien llegó junto con su ejército para ayudar a Leopoldo I, emperador de Habsburgo, a liberar a Viena del sitio turco, en 1683. Jan Sobieski  ganó la batalla de Kahlenberg; el gran visir Kara Mustafa dejó atrás sus tesoros en la huida y la mayoría de ellos quedó en posesión de Jan Sobieski.
Cada año, el MOCAK organiza unas 15 exposiciones temporales. Entre las más importantes figura, sin lugar a dudas, el ciclo El mundo a través del arte. Todas las exposiciones que lo forman tratan de algún asunto clave desde el punto de vista de la sociedad. Hasta ahora se han presentado las siguientes exposiciones: La historia en el arte, El deporte en el arte, La economía en el arte, El crimen en el arte, El género en el arte y La medicina en el arte.
Durante los cinco años de su existencia, el Museo ha organizado más de 100 exposiciones colectivas e individuales de artistas como: Władysław Hasior, Jarosław Kozłowski, Wisława Szymborska, Erwin Wurm, Julian Opie, Omer Fast, Robert Devriendt o Jiří Kolář. Un punto importante en el programa del Museo es el ciclo de exposiciones individuales que presentan obras de artistas cuyos trabajos pertenecen a la Colección del MOCAK.

Fuente bibliográfica:
-Los museos más importantes del mundo. Enciclopedia Visual, Editorial Cordillera, de México.
-Website https://en.mocak.pl/
Obras de Arte: Cortesía: https://en.mocak.pl/ - http://poramoralarte-exposito.blogspot.com –











miércoles, 26 de septiembre de 2018





Grandes virtuosos de la música

JOHANNES BRAHMS:
músico itinerante y contrapunto de Wagner


Nuestro biografiado era hijo de un contrabajista. La familia vivía muy modestamente y, aunque los padres trataron de evitar tristezas y penalidades a sus hijos, la pobreza dejó su huella en Johannes. Niño tranquilo y reservado, vivía en un mundo imaginario. Aprendió a tocar el violín, el violoncelo y la trompa y a los siete años empezó el piano.  Hizo  rápidos  progresos  y al poco tiempo pudo actuar como acompañante de su padre en los bailes y en las tabernas por Twee Daler un Duhn (dos táleros y todo el coñac que se quisiera), como se decía entonces. Cuando cumplió los trece años tocó el piano  durante  algún tiempo en una taberna cercana al puerto. Brahms decía de aquella época de su vida:
“Componía en secreto, pero sólo podía hacerlo por la mañana temprano. Durante el día tenía que arreglar marchas para las bandas y charangas y por la noche tocaba en la taberna.” Pero sólo treinta  años  después  revelaría las malas impresiones que la vida de la taberna dejaran en él.
Johannes Brahms nació el 7 de mayo de 1833 en Hamburgo. Fue el segundo de los tres hijos que tuvo el matrimonio formado en 1830 por Johann Jakob Brahms, de 24 años, y Johanna Henrika Christiana Nissen, 17 años mayor que su marido.
A los 15 ofreció su primer concierto como pianista y empezó a ganarse la vida tocando este instrumento. El joven Brahms completaba esta actividad profesional actuando en recitales pianísticos y realizando arreglos para editores de música. En 1845 se inscribió como alumno de piano y composición en los cursos privados de Eduard Marxsen, el maestro más reputado de Hamburgo. Muy pronto completó su interés profesional por la música con la afición a la literatura y la filosofía; en sus horas de trabajo en los bares, entre actuación y actuación, leía obras de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, Roben Burns y Friedrich von Schiller, entre otros autores.
El viejo Brahms tenía fe en su hijo, y su profesor de piano era de opinión de que podía llegar a ser un buen pianista “sólo con -que dejara la composición”.
A los diez años Johannes dio un concierto con tanto éxito, que el empresario intentó convencer al padre de que le autorizase a hacer una  gira por Alemania. El dinero atraía al viejo, pero el profesor del chico logró persuadirle de que desistiera de aquello y  dejara a Johannes continuar sus estudios en paz.

UN CAMBIO EN SU VIDA
Su vida cambió a los 20 años tras un encuentro con Ede Reményi (1830-1898), un violinista húngaro de una personalidad fascinante y cuyo verdadero nombre era Eduard Hoffmann. El músico magiar había sido expulsado de Austria por su participación en las jornadas revolucionarias de 1848 y después de un breve exilio en Estados Unidos decidió regresar a Europa.  Reményi, gran conocedor de la música gitana, se ganaba la vida gracias a las múltiples giras que organizaba por Alemania, en las que ofrecía conciertos y recitales. Guiado por el músico húngaro,  Brahms abandonó  por primera vez su ciudad natal y se sumó durante un año a una de esas giras por diversas ciudades -de Gottingen a Hannover, pasando por Weimar-, en la que conoció a infinidad de compañeros de profesión. Brahms mantuvo este tipo de actividad hasta una edad avanzada, alternando conciertos en los que intervenía como solista o como director de orquesta. Gracias a ello y a los elevados honorarios que acabó recibiendo de sus dos principales editores (Fritz Simrock y Breitkopf & Hartel), pudo vivir holgadamente la mayor parte de su vida. Durante las giras que realizó en compañía de Reményi asistió a encuentros con músicos como el violinista Joseph Joachim, el compositor Franz Liszt y el matrimonio formado por Roben y Clara Schumann, lo que posteriormente le ayudó en su carrera de compositor.
En un principio, las obras de Brahms fueron apreciadas sobre todo por un pequeño pero influyente grupo de compositores y músicos, cuya amistad supo mantener este hombre afable y gentil.
Su primer encuentro con Roben y Clara Schumann, en cuyo domicilio de Düsseldorf se alojó a finales de 1853, fue especialmente importante, puesto que el músico alemán, impresionado por la calidad de las composiciones del joven Brahms, escribió para la Neue Zeitschrift für Musik un artículo en el que anunciaba la aparición de un nuevo genio musical. Después de leerlo, Héctor Berlioz, en una carta a Joachim, manifestó sentir admiración por "ese joven audaz y tan tímido que se atreve a componer novedosamente". El encuentro con los Schumann le marcó profundamente y derivó en una estrecha amistad, que se mantuvo hasta el fallecimiento de Roben, en 1856, y de Clara, 40 años después. Según algunas versiones, Brahms se enamoró perdidamente de la esposa del compositor  alemán, aunque lo único realmente comprobado es que el músico de Hamburgo nunca llegó a casarse. Dicen que, consciente de que su amor hacia Clara no podía prosperar, sufrió una grave crisis, de la que salió dedicándose plenamente a la música.
En 1857, tras regresar a Hamburgo, aceptó  el puesto de director de orquesta  en  la  pequeña  corte del príncipe  Lippe, en Detmold, que abandonaría dos años después. En realidad, Brahms vivió durante mucho tiempo la contradicción entre su gusto por una vida libre e itinerante dedicada a la música y la obtención de un puesto de trabajo estable. En dos ocasiones (1862 y 1867) presentó su candidatura a la dirección de la orquesta filarmónica de su ciudad natal, pero ésta fue rechazada en ambos casos. En Viena -urbe que visitó por primera vez en 1862 y donde fijó su residencia durante la mayor parte del año en 1868- aceptó puestos de dirección en la Wiener Singakademie (Academia de Canto de Viena) y en la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de Amigos de la Música), aunque no permaneció mucho tiempo en ellos. La personalidad poco convencional de Brahms también se plasmó en el terreno amoroso, donde tuvo fama de soltero empedernido. Al supuesto flirteo con Clara se sumaron el de Agathe von Siebold -con quien estuvo a punto de casarse-, la cantante Luise Dustmann, Elisabeth von Stockhausen y la soprano Hermine Spies. Cuando en 1860 rechazó públicamente la Neue Musik, abanderada por Liszt, Wagner y Berlioz, este hombre tranquilo e inquieto se decantó por la veta más pro funda de su personalidad: la búsqueda de la autenticidad, aun a costa de la soledad.
Desde la década de 1860 su reputación como compositor creció lenta pero firmemente, primero en Alemania y después en países de su entorno, como Dinamarca y Holanda. Y desde mediados de 1875, cuando su posición económica le permitió abandonar la búsqueda de un puesto estable, se dedicó plenamente a difundir su propia obra en grandes giras de conciertos y a viajar por placer: visitó varias veces Italia, un país que le fascinaba, y veraneó en los más hermosos rincones de Alemania, Suiza y Austria, como Lichtental, Thun, Rüschlikon, Portschach y Bad Ischl, entre otros destinos. En Viena, sus admiradores -entre los que se hallaba el poderoso crítico musical Eduard Hanslick- lo convirtieron en el exponente de la pureza musical, por oposición a la mezcla de géneros de la música de Wagner. Cuando éste falleció, en 1883, Brahms pasó a ser el más importante músico alemán en vida; incluso antes de su muerte comenzó a ser definido como "la tercera B" de la música alemana, junto con Bach y Beethoven. En sus últimos años de vida le organizaron homenajes y le concedieron condecoraciones y títulos honoríficos, entre ellos el de Caballero de la Orden del Mérito Prusiana (1886) y el de Ciudadano de Honor de Hamburgo (1889).
Hasta el final de sus días, Brahms conservó su honradez y generosidad, y así, por ejemplo, fue el primero en reconocer y alentar el talento del compositor checo Antonin Dvorák. La noticia de la muerte de Clara Schumann en 1896 le causó gran tristeza, lo que acabó por agravar un estado de salud ya de por sí delicado. Tras someterse a un tratamiento en Karlsbad, regresó a Viena debilitado y con dolores. Desde el 26 de marzo de 1897 guardó reposo absoluto por prescripción médica. Falleció la mañana del 3 de abril de 1987 a consecuencia de un cáncer. Su tumba se encuentra en la sección llamada Ehrengraber (Sepulcros de Honor) del Cementerio Central de Viena, junto a las de Beethoven, Schubert y Strauss, entre otras personalidades.

Fuente bibliográfica:
-Historia de la música. Gran selección de Deutsche  Grammophon.
- ABC de la música clásica, de Eckhardt van den Hoogen.
-El mundo de la música, Espasa, Calpe. España.
Fotografía: Cortesía de: Fine Art America

domingo, 23 de septiembre de 2018



Protagonistas de la historia

SIGMUND FREUD:
el psicoanálisis nace en un diván


Sigismund Freud (no, Sigmund, pues el nombre era judío-polaco nació una tarde de mayo  -el día 6 de mayo de 1856- en el pequeño pueblo de cinco mil habitantes llamado Freiberh, hoy Tibor.
Freud vino al mundo en la ciudad austríaca de Friburgo. Inició sus estudios de medicina en la Universidad de Viena en 1873, y en esa ciudad realizó la mayor parte de sus investigaciones sobre los fenómenos psicopatológicos, que le condujeron al descubrimiento del inconsciente y a la formulación de la teoría del psicoanálisis, en torno a la cual fundó la sociedad psicoanalítica de Viena. Contrajo matrimonio con Martha Bernays y tuvieron seis hijos, entre ellos su hija Anna, también destacada psicoanalista.  Durante  bastante  tiempo  se vio aislado y fue duramente criticado por gran parte del ámbito médico, debido a las afirmaciones contenidas en su libro “Introducción al psicoanálisis” y a su descubrimiento de la sexualidad infantil. La importancia que Freud concedía a este último tema le llevó incluso a romper su relación con J. Breuer, médico vienés con quien había  colaborado  durante  muchos años. Sin embargo, las ideas freudianas fueron poco a poco venciendo resistencias y alrededor de su creador se reunió un grupo de discípulos, algunos de los cuales, como Alfred Adler y Carl Jung, tras romper con su maestro, prosiguieron sus investigaciones y fundaron sus propias escuelas. Freud se distinguió siempre por una gran sinceridad intelectual y, si bien defendió sus concepciones con vigor, también supo rectificar sus propias ideas. Fue un trabajador infatigable y un ameno y prolífico escritor. Le fue concedido el premio Goethe en 1930.
A los cuatro años llegó Freud con su  familia a Viena,  la ciudad alegre y confiada. La de la ciudad, ante la indiferencia ante la desgracia o la injusticia, la de la hipocresía sexual, la del servilismo aristocrático.
¿Qué reacción seria y responsable pudo producir toda esta ligereza sexual en Freud? Sin duda le llevó a un estudio profundo de este campo, que sus raíces “jasídicas” le habían siempre presentado como esencial al hombre concreto, y que sería tan hipócritamente rechazado por el ambiente vienés.
Además, el catolicismo cerrado que  allí  reinaba  no servía más que para inclinar la mentalidad de los vieneses contra cualquier minoría religiosa distinta. Los  judíos, que para el siglo XIX eran del 10 por ciento de la capital, habían sido antes muy numerosos, y los cristianos les hicieron vivir  en  “ghettos”  durante  la  Edad  Media, hasta que en el siglo xv destruyeron la judería. Viena había sido -y era en tiempo de Freud- una ciudad antisemita, que marcó la mentalidad de Freud contra el catolicismo, ante tal intolerancia y desprecio.
La situación económica de los Freud no sólo no había cambiado, sino que claramente empeoró. Todos estos apuros, vividos con angustia por sus padres, dejaron una huella psicológica en él. Huella negativa que “agravó su inclinación a la neurastenia”.

EL FINAL DE FREUD
A Freud le costó tiempo hacerse famoso,  pero él  nunca se lo propuso y jamás  invirtió este tiempo en  ello. Freud tuvo, eso sí, unas decididas convicciones personales, que le malquistaron públicamente con el nazismo en 1933 quemaron  sus libros  en  una  plaza pública, y tuvo que salir de Alemania, yendo, poco antes a morir, a Londres, donde fue escogido como se merecía. El ochenta aniversario de Freud -celebrado en 1936- fue precisamente ocasión de toda suerte de homenajes y ceremonias en su honor. Y es que toda la ciencia humana empezaba a beneficiarse de sus hallazgos.
Los antropólogos -como Kardiner-, los intelectuales del arte- como Kris- y toda suerte de pensadores celebraron sus inventos, y reconocieron que su obra trascendía los límites de la pura psicología.
Este hombre, que murió a los ochenta  y  tres  años, llevó a cuestas su calvario personal: un cáncer de mandíbula por el que sufrió, desde 1923, treinta y tres dolorosísimas operaciones. Pero todo lo llevó imperturbablemente, como era  propio  de  un  hombre  que había confesado que deseaba terminar su vida aceptando serenamente y sin dramatismo alguno la muerte, porque para él era un acontecimiento como otro cualquiera.
El testamento, la síntesis de su vida, fue su libro más discutido y menos comprendido: Moisés y  el  monoteísmo. La  clave  la  dio  él  mismo  al  descubrir,  casi   sin darse cuenta, que era una “novela histórica” en el mejor sentido de la palabra. Su lenguaje literario -lleno de intuiciones- daba a conocer  hechos  sociales,  entre otros el religioso, que eran reinterpretados con especial agudeza, dándoles por primera vez el carácter de una cierta “verdad histórica” -como dice Martha Robert- a pesar del ropaje literario con que los  envolvió para mejor comprender su significado psicológico .
Al morir, este modesto y genial investigador, el 23 de septiembre de 1939, recién empezada la guerra  mundial, es cuando cumplió en sí mismo su ideal de conseguir impregnar de razón la vida humana.
Su más vehemente deseo había sido suprimir “represiones inconscientes” -indiviudales y sociales- y  sustituirlas  por  “aprobaciones  y  reprobaciones”  inteligentemente conscientes, en las que  “intervienen las más altas funciones  espirituales  del  hombre,  logrando  así  el dominio consciente”   Por   eso   si   querernos   saber cuál fue  su  lema, lo  podríamos  resumir en:  “Atrévete a saber”.
Con él consiguió -como dice  el  literato  Thomas Mann- “una fuerza revolucionaria”.
Contra lo que algunos han pensado de ciertas expresiones realistas “Freud no se reveló como el pesimista que algunos le han considerado. Y si es Verdad que no creyó en una tendencia innata y cuasidivina a la perfección; pensó, -en cambio, que no- se podía negar que el hombre pudiera dirigirse hacia metas elevadas”.
En 1938, durante la persecución nazi, consiguió salir de Austria e instalarse en Londres, ciudad en la que murió al año siguiente.

Fuente bibliográfica:
Biografía de Sigmund Freud, de Enrique Miret Magdalena, publicada
en Protagonistas de la Historia, de Iberico Europea Ediciones.
Darwin, Tomos I y II, biografía de Ernest Jones, de Editorial Salvat, Grandes Biografías.
Fotografía: Cortesía de: BiografíayVidas



jueves, 20 de septiembre de 2018



El libro de la semana

EL TESORO DE KEPLER,
Jean-Pierre Luminet

 “El tesoro de Kepler”, publicada originalmente en 2008, es la segunda novela de una serie llamada “Fundadores del cielo” escrita por el astrofísico y divulgador francés Jean-Pierre Luminet, especialista reconocido mundialmente por sus trabajos en cosmología y gravitación relativista.


Luminet logra un preciso equilibrio entre la ficción y los hechos científicos, narrando la historia de la vida y los descubrimientos de Johann Kepler, astrónomo y matemático alemán, fundamentalmente conocido por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol, y de Tycho Brahe, astrónomo danés, considerado el más grande observador del cielo en el período anterior a la invención del telescopio.
Tycho Brahe y Johann Kepler diferían en todo: la cuna, la fortuna, el carácter e incluso su aspecto físico. ¡Difícil imaginar dos personajes más opuestos! Y sin embargo, el azar se encarga de propiciar un encuentro entre los dos que, además de pasional y violento, resulta ser casi cruel. De este duelo emerge un único vencedor: la gran verdad acerca del universo…

SU VIDA
Jean-Pierre Luminet, es un astrofísico francés, que nació en 1951. Está reconocido mundialmente por sus trabajos en cosmología y gravitación relativista. Director de investigación del (CNRS), miembro del «Laboratorio de Universo y Teorías» (LUTH) del Observatorio de París-Meudon. Luminet ha realizado descubrimientos mayores relacionados con la cosmología, la emergencia del universo y los agujeros negros. Es autor de la teoría de «universo arrugado». Paralelamente, Jean-Pierre Luminet ejerce una destacada actividad en el dominio artístico y literario, como poeta, novelista y divulgador científico; labor por la que ha sido nombrado «oficial» del Orden de las Artes y las Letras.
Si ya con “El incendio de la biblioteca de Alejandría” y “El enigma de Copérnico” nos había subido literalmente a las estrellas, la discordia celeste, con la que como buen estrellero arranca el 2008 es una tentación irrenunciable.


miércoles, 19 de septiembre de 2018



Pintores y escultores universales

PIERRE AUGUSTE RENOIR
destacada figura del impresionismo francés


Pierre Auguste Renoir,  pintor francés que vino a este mundo  el 25 de febrero de 1841, en Limoges, ciudad al sur oeste de Francia, fue una de las más destacadas figuras del impresionismo, tendencia de la que se distanciaría para seguir una línea personal. Hijo de artesanos, vivió sus primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Claude Monet, Frédéric Bazille y Alfred Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París.
Sus primeros intereses como pintor se inclinaron por la escuela de Barbizon y, consecuentemente, por la pintura al aire libre. Durante los días agitados de la Comuna, pintó con Monet a orillas del Sena. En 1873 terminó Jinetes en el bosque de Bolonia, excluida del Salón oficial y expuesta en el de los Rechazados. Durand-Ruel se interesó por su obra y en 1874 participó en la primera exposición impresionista, en los estudios del fotógrafo Nadar.

El Palco
Con apenas 17 años copiaba pinturas sobre abanicos, pantallas de lámparas y persianas. Fue admitido en la Academia de Bellas Artes y en 1862 se matriculó en la academia del pintor suizo Charles Gabriel Gleyre.
En su obra más temprana se pudo observar la influencia de pintores como Monet en su tratamiento de la luz, y de Eugène Delacroix en su tratamiento del color.
En 1864 tuvo lugar su primera exhibición en París, pero no fue verdaderamente reconocido hasta 1874, en la primera exposición de pintores de la nueva escuela impresionista.
Su baile del “Moulin de la Galette” (1876, Museo d'Orsay, París) es una de las obras más famosas del impresionismo. Habría que destacar como otros ejemplos de retrato: “Madame Charpentier y sus niños” (1878, Museo Metropolitano de Nueva York) y Jeanne Samary (1879, Museo del Louvre de París).
Otras pinturas destacadas son: El palco (1874, Galerías del Courtauld Institute de Londres), Mujer del abanico (1875) y El Columpio (1875), ambas en el Museo d'Orsay de París, El almuerzo de los remeros (1881, Colección Phillips de Washington), Los paraguas (1883, National Gallery, Londres) y Jarrón de crisantemos (1895, Museo de Bellas Artes de Ruán, Francia).
Le Moulin de la Galette (1876).

Consiguió una gran reputación con la exposición individual celebrada en la galería Durand-Ruel de París en 1883.
Entre 1884 y 1887 realizó unas series de estudios de grupo de figuras desnudas conocidas como Las grandes bañistas (Museo de Arte de Filadelfia). En sus últimos 20 años sufrió artritis y continuó trabajando con un pincel atado al brazo.

EL RETRATO DE MADAME CHARPENTIER
En una gran sala cuadrada del piso alto del Museo Metropolitano de Nueva York se detienen los visitantes con una sonrisa en los labios. Es que han visto el retrato de Madame Charpentier y sus hijas, obra de Pierre Auguste Renoir. El gran artista francés puso toda su inspiración y toda su pericia en esa tela de 1,50 por 1,80 metros. El equivalente de 200 dólares que recibió por ella constituía entonces un precio excepcional en Francia; añadiendo esta suma a otras menores que había recibido por tres retratos más hechos para la familia Charpentier, el pintor resolvió mejorar de vida. Alquiló una casita en Montmartre, el barrio parisiense de los artistas, hizo nueva provisión de colores, compró algunos muebles que tanto necesitaba y adquirió un traje nuevo. "Si sigo así, ¡hasta podré casarme y mantener a mi mujer!", exclamó gozoso. Ya tenía novia: una modistilla rechoncha, de ojos azules, cutis de crema y melocotón, y tan enamorada de él que estaba dispuesta a compartir su insegura existencia. Renoir había nacido pobre, de modo que a los trece años, cuando dio muestras de  talento artístico -cubría los márgenes de sus libros con dibujos bastante aceptables-, sus padres lo sacaron de la escuela y lo pusieron de aprendiz en una fábrica de porcelana, donde decoraba platos y fuentes con toda suerte de motivos, desde tallos de flores hasta medallones con retratos de la emperatriz Eugenia.
Cuando quebró la fábrica cuatro años más tarde, Renoir empezó a ganarse la vida con otras labores de menestral: pintando abanicos, persianas e imágenes de santos a dos francos por santo. A los veintiún años había economizado bastante dinero para tomar lecciones de arte, pero continuaba siendo casi analfabeta.

Madame Charpentier y sus hijos
Se sentía tan feliz en la escuela de arte que uno de sus profesores  se  impacientó  con  él  y  le  dijo  en  tono sarcástico: "¡La pintura no es  más  que  una  diversión para, al parecer!". Otro insistió en  que,  antes  de pintar debía aprender a dibujar, copiando modelos de yeso de figuras de la mitología, y cuando Renoir le entregó cinco dibujos de dioses llenos de vida, le advirtió al maestro que las divinidades no podían parecerse a los seres vivientes. " Un dios debe tener hasta el dedo gordo del pie más majestuoso que el del carbonero del barrio!", dijo. Pero la grandilocuencia académica resbalaba sobre Renoir como el agua por las plumas  de  un  pato: aprendió los principios fundamentales  del  arte  y  los  usó para aplicarlos a su manera propia y original. Su deceso se produjo el 12 de marzo de 1919 en Cagnes-sur-Mer, Francia.

 Fuentes bibliográficas:
-Los grandes pintores y sus obras maestras, de Selecciones del Reader´s
  Digest.
- Breves biografías intimas de grandes pintores, de Editorial Molino.
- https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/renoir.htm
Fotografía: Cortesía de: https://www.wikiart.org































lunes, 17 de septiembre de 2018


Personajes de Venezuela

GENERAL JOSE ANTONIO PAEZ:
forjador de nuestra nacionalidad


Junto al Libertador Simón Bolívar y al Gran Mariscal Ayacucho Antonio José de Sucre, el general José Antonio Páez, ocupa el lugar indicado para completar la trinidad de jefes que con su voz de mando y aliento a una oficialidad gloriosa y no menos meritoria y a una pléyade de animosos soldados, esforzados luchadores, lograron una patria grande, soberana y generosa.
El 13 de junio de 1790 nace en Curpa, lugar cercano a Acarigua, estado Portuguesa nuestro Prócer, quien fue hijo de Juan Victoria de Páez y María Violante de Herrera. Muy elemental fue su educación e irregular su formación, pues  a  los  17  años  por  un hecho delictivo en su  defensa,  huyó  a  al estado Barinas  en  donde  obtuvo  plaza  de  peón en el Hato La Calzada, propiedad de Antonio Pulido. En 1810, Pulido, fue nombrado gobernador de la Provincia  por la  Junta de  Caracas,  y  Páez  fue  llevado  a  sus  filas.  Al  triunfar Monteverde, Páez se hizo fuerte en las guerrillas de Canaguá, bajo las  órdenes del realista Tízcar y se incorpora nuevamente a las filas patriotas al retorno de Antonio Pulido, quien le nombró Capitán de Milicias de Infantería. Se encargó de la administración de los hatos de Pulido por ausencia obligada de éste.
El realista Antonio Puy le condenó a  muerte,  pero  fue  liberado  por  las  tropas de Ramón García  de  la Sena. Defendió  Barinas a las órdenes  de  Olmedillas. Se vio obligado a huir a Mérida en donde estuvo bajo las órdenes del capitán Antonio Rangel. Posteriormente se incorporó a las tropas del general Rafael Urdaneta, pero le abandonó poco después por discrepancias personales.  
Paéz marchó   a  los  llanos  de  Casanare  en  donde estuvo  a las órdenes de Miguel Antonio Vásquez.  Se hizo  proclamar  jefe  de las  milicias que luchaban en Apure, siendo éste el principio, en el ascenso a la fama:- Luchó fieramente en El Yagual y Achaguas. En Mucuritas, 1817, venció a La Torre.
En 1818 le vemos al lado del Libertador en el ataque a Calabozo y Las Queseras del Medio en 1819. Ese año, el 20 de enero, es ascendido por el general Bolívar a General de División. Durante la campaña de los Andes y Nueva Granada, Páez permaneció en los llanos al mando de los ejércitos.
Se unió al Libertador, en San Carlos, con las tropas que trajo de Apure de donde se había movilizado a principios de 1823. En la batalla de Carabobo es ascendido por el Libertador al grado de general en jefe.
Cumplió varios  cargos  de  jerarquía  militar,  como  la  Jefatura  de  la  Circunscripción militar del Centro, y logró la rendición de Puerto Cabello el 8 de noviembre de 1823.
El año 1826, siendo Jefe Civil y Militar de Venezuela, tuvo choques con la población caraqueña lo que le valió la suspensión del cargo y el intento del enjuiciamiento por parte  del Congreso  de Bogotá.  Aconsejado  por el doctor Miguel Peña y por varios políticos de Valencia, no aceptó ir a esa ciudad. Se declaró en rebeldía y se hizo  Jefe absoluto de Venezuela. Bolívar  regresó  del Perú a poner  fin a la rebeldía. Por tácticas de política en busca de la paz y unión de la República, al llegar a Venezuela le devolvió los cargos. Sin embargo, Páez siguió luchando para la división de la República de Colombia con la separación de Venezuela y lo logró en 1830.
Es elegido Presidente constitucional en  dos oportunidades. En  otras ostentó el poder por fuerza de las circunstancias, pero siempre en defensa de la integridad republicana. Era el consejero especial de los primeros gobiernos.
Fue desterrado durante la administración del presidente José Tadeo Monagas, no  sin antes haber sufrido cárcel y vejaciones en el Castillo de San Antonio en Cumaná, como represalia por el alzamiento e invasión fracasada que realizó por Coro en julio de 1840. Los años de destierro le permitieron recorrer Estados Unidos, México y Europa en donde recibió honores y aclamaciones.
Regresó al país en 1859. Ocupó nuevamente cargos políticos durante  la  gestión de don Manuel Felipe Tovar y estableció un gobierno dictatorial el 10 de septiembre de 1861. La revolución federal le desalojó del mando  en  1863.  Regresó a los  Estados  Unidos  en  donde  se  residenció  con  breves  paréntesis:  El año 1868,  para  visitar  a  Argentina  y el  Uruguay;   en  1870 a  Bolivia;  y en  1872 Colombia y El Perú.

PROTAGONISTA INDISCUTIBLE DE NUESTRA NACIONALIDAD
Personaje fundamental de la guerra de emancipación, Páez llegó a ser, tras la muerte de Bolívar, el hombre más prestigioso e influyente del país. Activo propulsor de la conformación de Venezuela como república independiente, y por tanto de su separación de la Gran Colombia, a partir de 1830 fue asimismo el protagonista indiscutible de la creación y consolidación de un Estado liberal.
Durante su Gobierno se fundaron las bases de la nacionalidad y se produjo un intenso proceso de  debate,  no  pocas veces dirimido en los campos de batalla, que resultó determinante en la formulación y puesta en marcha de un proyecto de Nación.
Luego de un largo exilio, cuando ya era un anciano, regreso,  para asumir poderes dictatoriales en el marco de la Guerra Federal, con el propósito de defender las banderas políticas a las que había consagrado toda su energía
Murió en Nueva York el 6 de mayo de 1873. En El Panteón Nacional reposa celosamente sus cenizas desde 1888, al lado de los próceres de nuestra Independencia.

Fuente bibliográfica:
-Historia de Venezuela, A. Gómez Espinoza, Editores Difusora Venezolana del Libro.
-Rostros y Personajes de Venezuela, C. A Editora El Nacional.
-Fotografía cortesía de: Rostros y Personajes de Venezuela, C. A Editora El Nacional.



domingo, 16 de septiembre de 2018




MIS ESCRITOS PARA ESTA SEMANA

Martes 18 de Septiembre
Grandes pintores universales: Pedro Augusto Renoir.
Jueves 20 de Septiembre
El libro de la semana: El mundo islámico cree que hay una conspiración occidental para destruirlo.
Sabado 22 de Septiembre
Protagonistas de la historia: Sigmund Freud.