miércoles, 29 de agosto de 2018



Grandes virtuosos de la música

ROBERT SCHUMANN:
el poeta del piano

Mucho antes de que fuera llamado el poeta del piano título que comparte con Chopin en la historia, Robert Schumann mostró un temperamento que oscilaba entre la música y la poesía.

La vida de Schumann evoca una arquetípica  novela de formación romántica. No falta nada: desde el amor por la literatura, descubierta en la librería paterna, hasta la búsqueda en las mujeres de la musa y la hermana, con el inevitable ingrediente de las tentativas de suicidio y la locura final. A lo que hay que sumar una carrera musical iniciada tardíamente pero desarrollada de forma maniática y por etapas bien acotadas: Schumann dedicó los primeros diez años de su actividad como compositor al piano (1829-1839), para después consagrarse exclusivamente al lied en 1840, a la sinfonía (1841-1850), la música de cámara (1842) y los oratorios (1843).
Robert Schumann nació en Zwickau, en Sajonia, el 8 de junio de 181O, a las cinco de la tarde, en el seno de una familia formada por el editor y librero Friedrich August Schumann, y una madre, Johanna Christiane (Schnabel), de la que poco se sabe, salvo que posiblemente legó a su hijo su propia inestabilidad emocional. Schumann dedicó buena parte de su infancia a la lectura en la librería de su progenitor, sobre todo fascinado por las fábulas de Lord Byron y Walter Scott. El padre comprendió que Roben tenía asimismo talento para la música cuando lo vio interesarse por el piano y el órgano y cuando a los siete años ensayó sus primeras composiciones. La muerte de Friedrich August en 1826 privó a Schumann de un aliado y a la vez sirvió de catalizador, ya que el joven de dieciséis años decidió entonces continuar cultivando por igual su pasión por la literatura y por la música. .
La madre de Schumann, por el contrario, no sólo no hizo nada para fomentar el desarrollo de la creatividad de su hijo, sino que le prohibió expresamente que estudiara música, so pena de no volver a verla, y lo instó a desempeñar una actividad lucrativa. Así, el músico se vio privado de formación musical durante sus años de Gymnasium, y en 1828 se matriculó en la Escuela de Derecho en la Universidad de Leipzig. Lejos de la vigilancia materna, Schumann desertó de las aulas universitarias y se buscó un buen profesor de piano, Friedrich Wieck, en quien vio a un sustituto de su padre.
Wieck estaba consagrado a la formación de su hija Clara, una notable virtuosa del piano de nueve años. A pesar de la diferencia de edad, Schumann concibió por ella su primera pasión amorosa.
Después de fracasar en su primer año de estudios en Leipzig, pero al mismo tiempo deseoso de ocultar este fracaso a su  madre, Schumann  se inscribió  de nuevo en Derecho, esta vez en la Universidad de Heidelberg. En realidad, dedicó también ese año a la música, especialmente a estudiar la obra de Schubert y a componer. En 1830, escribe en su diario que su nivel es “excelente tanto en música como en poesía”', pero  reconoce  que no es “un genio musical”. Sin embargo, en julio de ese año le escribe a su madre para decirle que su “escaso talento con el latín” le hace temer que la profesión de abogado no sea la más idónea para él, y que contempla seriamente volver a las clases con Wieck. Johanna, tras consultar con éste, quien le aseguró  que sería  capaz de convertir  a su hijo en  un gran músico, finalmente dio su consentimiento.
Schumann regresó a Leipzig, y durante unos dos años vivió con los Wieck. Desarrolló su técnica pianística hasta alcanzar el nivel de un virtuoso, y en 1831 comenzó a estudiar contrapunto con Heinrich Dom, director de orquesta de la Ópera de Leipzig. También de este año data la primera publicación de una de sus obras para piano y su primera reseña de crítica musical. En 1832, el dedo anular de su mano derecha quedó paralizado, supuestamente por su abuso de un mecanismo diseñado para fortalecer y estirar los dedos de los pianistas; lo más probable, en realidad, es que esta dolencia, que desembocó en la parálisis parcial de su mano derecha, se debiera a la ingesta de medicamentos a base de mercurio prescritos en casos de sífilis. Por estas fechas comenzó a sufrir graves episodios de insomnio y alucinaciones, y el 17 de octubre de 1833 anotó en su diario que pensaba que estaba volviéndose loco.
La vida sentimental de Schumann fue, junto con la música y la literatura, un eje importante de su existencia. En 1837, Clara y él se declararon su amor, pero la oposición de Wieck al matrimonio (posiblemente derivada del conocimiento que tenía de la enfermedad de Schumann) obligó a la pareja a apelar a los tribunales y a someterse a una cascada de juicios. Finalmente, en 1840 pudieron casarse. Durante un tiempo formaron una pareja felizmente avenida también en sus respectivas carreras musicales: Schumann componía y Clara, brillante pianista, estrenaba sus obras. Vivían modestamente.
En 1843, Mendelssohn convenció a Schumann de que aceptara un puesto de profesor en el Conservatorio de la ciudad, que acababa de fundar. Sin duda, un trabajo estable y  una mejor situación económica hubiesen aliviado sus condiciones de vida, pero Schumann dimitió al cabo de seis meses, reconociendo que no tenía dotes pedagógicas. Al año siguiente, durante una gira por Rusia emprendida por la pareja, el músico sufrió una grave depresión que lo mantuvo alejado de la composición durante casi cuatro años.
En 1850 intentó de nuevo obtener una posición estable, esta vez como director musical de la ciudad de Düsseldorf. Volvió a componer a buen ritmo, pero se desenvolvió lamentablemente en su trabajo oficial: como director de orquesta era descuidado, y además sufría importantes lagunas de memoria. Después de un viaje a Holanda con Clara, sufrió el peor ataque hasta la fecha: las alucinaciones auditivas no cesaban. A su amigo el violinista Joseph Joachim le escribió: “Empieza a caer la noche”. El 26 de febrero pidió expresamente ser internado en un sanatorio, y al día siguiente intentó suicidarse lanzándose a las aguas heladas del Rin.
Recluido en el sanatorio de Endenich, cerca de Bonn, Schumann no volvió a recuperar la plena lucidez. Se negó a recibir visitas, y sólo aceptó ver a Brahms y a Joachim en un par de ocasiones. Clara pudo finalmente verle dos días antes de su fallecimiento. Schumann había dejado de alimentarse y padecía una ataraxia extrema.

Obra pianística, sinfónica y de cámara: La creación de un alma romántica
“'Lo extraordinario para el artista (y ésta es su ventaja) es no ser apreciado siempre de inmediato.” Esta frase, que Robert Schumann puso en boca de uno de sus heterónimos, Meister Raro, parece escrita para ejemplificar su propio caso. Porque el artista, a pesar de ocupar un lugar privilegiado en la música de la primera mitad del siglo XIX, tanto en la faceta de compositor como en la de pianista, director de orquesta, teórico y crítico, ha sido siempre considerado un talento en parte frustrado, no sólo por la locura que ofuscó sus últimos días, sino sobre todo por su preparación técnica, que presuntamente le imposibilitaba llevar a buen puerto aquellas empresas ambiciosas en las que se embarcaba. Hasta el punto de que se ha convertido en un tópico la idea de que Robert Schumann fue un pianista que también componía, un músico que supo crear extraordinarias miniaturas para su instrumento, de una forma libre y con trazo casi espontáneo, pero que era incapaz de cultivar las grandes formas de la tradición, la sinfonía, el cuarteto de cuerda, la sonata para piano, la ópera o el oratorio. Basta, empero, con escuchar cualquiera de sus obras “mayores” para advertir cuán equivocada es esa imagen, y cuán valiosa y original es la aportación schumanniana a esas formas establecidas y consagradas por los maestros del clasicismo.
Lo innegable es que Schumann empezó siendo un compositor exclusivamente pianístico, tal como lo sería también al principio de su carrera su discípulo espiritual, Johannes Brahms. Brillante intérprete, aunque su trayectoria en este ámbito se viera prematuramente truncada a causa de una parálisis de los dedos anular el índice de la mano derecha, sus primeras tentativas en la composición tienen como medio el piano: las Ocho polonesas (1828), las Variaciones sobre un tema del príncipe Luis Fernando de Prusia (1828), ambas para piano a cuatro manos.
El 29 de julio de 1856 se apagaba la vida de este gran compositor.

Fuentes bibliográficas:
-Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon.
-Grandes Compositores Editorial Sol 90, Barcelona, España.
-Grandes Compositores Salvat Editores, José L. García del Busto, Pamplona, España.
-Grandes maestros de la música, recopilación de Domingo E. y Maritza Pumar.
-Firmamento musical. Vida de los grandes compositores, Espasa-Calpe, España.
-ABC de la música clásica de Eckhardt van den Hoogen (262)                 
Fotografía: Cortesía de Red 92.1 FM

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