sábado, 21 de julio de 2018



Personajes de Venezuela

ANTONIO JOSE DE SUCRE
“Es el padre de Ayacucho y el redentor de los hijos del sol”

El primer biógrafo de Sucre fue Simón Bolívar. Basta esa circunstancia para imaginar la admiración que éste sentía por uno de los generales más civilizados que con él combatieron; admiración por el hombre y sus cualidades, pero también tributo al más leal de los amigos. “Si puede decirse que Sucre fue uno de los conductores más cultos, también fue de los muy pocos que la  historia  reconoce sin reticencias” señala el escritor Simón Alberto Consalvi, al comentar la biografía de Alberto Silva Aristigueta, sobre Antonio José de Sucre.
Marcado por sus convicciones independentistas, Sucre vivió continuamente bajo una contradicción: quiso siempre alejarse de la guerra para vivir en familia, pero su incondicional compromiso  con el proyecto libertador no se lo permitió. Fue un gran estratega militar: condujo con éxito ejércitos enteros; participó en la redacción de los tratados más importantes entre la Gran Colombia y España; logró dirigir la liberación de Ecuador, Perú y Bolivia; y derrotó en la Batalla de Ayacucho al último bastión realista de todo el continente, de allí su título de Gran Mariscal de Ayacucho. Sucre es, además, el personaje de la época que reúne mayor consenso sobre su calidad humana, efectividad militar y eficiencia política.
Al ser uno de los apoyos fundamentales de Simón Bolívar, ayudó a delinear el destino político de todo el continente.
Nació en Cumaná, Venezuela,  el 3 de febrero de 1795.  Inició  en  esta  ciudad  sus  estudios y posteriormente se especializó en matemáticas e ingeniería militar. La revolución de 1810 ya le encontró envuelto en la causa patriota. En 1811 es ascendido a  Teniente  de  Ingenieros.  La  caída  de  la  Primera  República  le  llevó a Trinidad de donde regresó el año 1813. Se alistó bajo  las ordenes de Santiago Mariño  y luego  al servicio del ejército republicano donde fue ascendido por Bolívar al grado de Coronel.
El Gobierno de la República bajo el mandato de  Francisco Antonio Zea  le  ascendió  a General de Brigada en  1819;  ocupa  sucesivamente  en  esta  época  el  cargo  de jefe del Estado Mayor y ministro de Guerra interino.
En 1820 tomó parte en las negociaciones  con  Morillo,  en Santa  Ana.  Es uno de los firmantes del tratado de regularización de la  Guerra,  inspiración  de Sucre  que mereció como elogio del Libertador la siguiente frase "el más bello  monumento de la piedad aplicado a la guerra".
En 1821 fue nombrado jefe del Ejército del Sur de Colombia. Ordena y comanda el Ejército de Guayaquil y luego tomó parte en acciones militares de renombre como la batalla de Pichincha en 1821.
Fue ascendido a general de División en 1822. El año 1823 es nombrado ministro plenipotenciario en Lima. Allí recibió  el  mando  de las  tropas.  Como  jefe del Ejército Unido venció al poder español en el campo de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. El triunfo de esta batalla le  valió  de  parte  de  Bolívar  el ascenso al mariscalato.
El Congreso peruano aprobó la nueva jerarquía y  el gobierno colombiano lo ascendió a general en Jefe.
De él dijo Bolívar: "El general  Sucre  es el  padre  de  Ayacucho;  es el redentor de los hijos del Sol;  es el  que  ha  roto  las  cadenas  con  que  envolvió  Pizarro el Imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en  el Pichincha  y el otro en  el Potosí,  llevando  en las  manos la cuna  de  Manco Capac  y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada".
 Es el cofundador y primer Presidente de la República de Bolivia, a los 31 años.
Al Regresar a Colombia en 1828, ocupó altos cargos en el ejército y  como jefe de éste venció a los peruanos y  finalizó la guerra colombo-peruana. Ocupó la Presidencia del Congreso de Colombia. Trató junto a  Juan  García del Río y del Dr. Estévez de llegar a un acuerdo con los separatistas venezolanos.

Una muerte anunciada
La tan esperada vida familiar no dura mucho: es necesaria su presencia en el Congreso Admirable, para ayudar a definir el rumbo  político  de  la  Gran Colombia. Como representante de Cumaná viaja a Bogotá, donde es nombrado presidente  de  esa asamblea.   Se   conocen    de antemano  los  intereses  separatistas de Venezuela, alentados desde algunos  años   atrás   por  José Antonio  Páez,  entonces  jefe superior de los departamentos del Norte (es decir, de Venezuela).
La negativa de los venezolanos a participar en el Congreso es contundente, así que Sucre es designado para viajar a su país en una misión conciliadora, destinada a impedir la disolución de la Gran Colombia.
Como presidente del Congreso Admirable, quiso a conversar con José Antonio Páez, pero este le negó el ingreso a Venezuela. Para mayor ironía, quien así se lo hizo saber fue uno de sus primeros jefes, Santiago Mariño.
Se ubica en Cúcuta, en espera de los emisarios de Caracas. Las informaciones que llegan son desalentadoras: se ratifica  la decisión del  gobierno  venezolano de romper sus vínculos con el proyecto de Bolívar. Regresa a Bogotá cuando la disolución de la Gran Colombia es un hecho irreversible. Bolívar ni siquiera está en la ciudad: tras renunciar ante el Congreso, se ha marchado a Santa Marta.
Profundamente desalentado  por el fracaso del proyecto político que había compartido con el Libertador desde 1817, decide regresar a Ecuador para encontrarse con su familia. Viaja de Bogotá a Quito, por la vía de Popayán y Pasto, acompañado por seis personas: un diputado, un sargento, un soldado, un sirviente y dos arrieros. En Popayán le advierten que su vida corre peligro, hay fuertes rumores sobre un atentado. En su  paso  por la selva de Berruecos, los viajeros se separan un  poco  para  poder avanzar entre los  apretados árboles y la maleza.  El momento  está servido. Allí recibe cuatro disparos que se alojan en su cabeza, cuello y pecho. José María Obando, comandante general del Cauca, es señalado como el autor intelectual del asesinato. Curiosamente, el único condenado por  este  crimen es su ejecutor, Apolinar Morillo, fusilado una década más tarde en Bogotá.
Sucre representaba la más legítima y cabal posibilidad de continuación del proyecto unificador de Bolívar. Su muerte resultaba así necesaria para los enemigos políticos del Libertador, que se oponían radicalmente a la unión colombiana y encargaron Obando del crimen. Su asesinato constituye la manifestación más cruda de los enfrentamientos existentes entre las distintas tendencias políticas de los países recién independizados. Sus restos permanecen en la Catedral de Quito, en Ecuador, país donde se le venera.
Su asesinato anunció el derrumbe de la Gran Colombia.
Se dice que Bolívar enfermo y achacoso en Cartagena, al conocer  la noticia de su muerte exclamó: ¡Dios de los Cielos, han derramado la sangre del inocente Abel.


Fuente bibliográfica:
                          -A. Gómez Espinosa, en Historia de Venezuela Documental y Crítica,
                                                                             Editores Difusora Venezolana del Libro
-Simón Alberto Consalvi, comentario a la Biografía de Antonio José De
                                                    Sucre, escrita por Alberto Silva Aristigueta, Biblioteca Biográfica 
                                                                                                 Venezolana,   C.A. Editora El Nacional
-Rostros y Personajes de Venezuela, C. A. Editora El Nacional
Fotografía: Cortesía la Website de Biografías y Vida



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