Personajes de
Venezuela
ANTONIO JOSE DE SUCRE
“Es el padre de
Ayacucho y el redentor de los hijos del sol”
El primer biógrafo de
Sucre fue Simón Bolívar. Basta esa circunstancia para imaginar la admiración
que éste sentía por uno de los generales más civilizados que con él combatieron;
admiración por el hombre y sus cualidades, pero también tributo al más leal de
los amigos. “Si puede decirse que Sucre fue uno de los conductores más cultos,
también fue de los muy pocos que la
historia reconoce sin
reticencias” señala el escritor Simón Alberto Consalvi, al comentar la
biografía de Alberto Silva Aristigueta, sobre Antonio José de Sucre.
Marcado por sus
convicciones independentistas, Sucre vivió continuamente bajo una
contradicción: quiso siempre alejarse de la guerra para vivir en familia, pero
su incondicional compromiso con el
proyecto libertador no se lo permitió. Fue un gran estratega militar: condujo
con éxito ejércitos enteros; participó en la redacción de los tratados más
importantes entre la Gran Colombia y España; logró dirigir la liberación de
Ecuador, Perú y Bolivia; y derrotó en la Batalla de Ayacucho al último bastión
realista de todo el continente, de allí su título de Gran Mariscal de Ayacucho.
Sucre es, además, el personaje de la época que reúne mayor consenso sobre su
calidad humana, efectividad militar y eficiencia política.
Al ser uno de los
apoyos fundamentales de Simón Bolívar, ayudó a delinear el destino político de
todo el continente.
Nació en Cumaná,
Venezuela, el 3 de febrero de 1795. Inició
en esta ciudad
sus estudios y posteriormente se
especializó en matemáticas e ingeniería militar. La revolución de 1810 ya le
encontró envuelto en la causa patriota. En 1811 es ascendido a Teniente
de Ingenieros. La
caída de la
Primera República le
llevó a Trinidad de donde regresó el año 1813. Se alistó bajo las ordenes de Santiago Mariño y luego
al servicio del ejército republicano donde fue ascendido por Bolívar al
grado de Coronel.
El Gobierno de la
República bajo el mandato de Francisco
Antonio Zea le ascendió
a General de Brigada en
1819; ocupa sucesivamente
en esta época
el cargo de jefe del Estado Mayor y ministro de Guerra
interino.
En 1820 tomó parte en
las negociaciones con Morillo,
en Santa Ana. Es uno de los firmantes del tratado de
regularización de la Guerra, inspiración
de Sucre que mereció como elogio
del Libertador la siguiente frase "el más bello monumento de la piedad aplicado a la
guerra".
En 1821 fue nombrado jefe
del Ejército del Sur de Colombia. Ordena y comanda el Ejército de Guayaquil y
luego tomó parte en acciones militares de renombre como la batalla de Pichincha
en 1821.
Fue ascendido a general
de División en 1822. El año 1823 es nombrado ministro plenipotenciario en Lima.
Allí recibió el mando
de las tropas. Como jefe
del Ejército Unido venció al poder español en el campo de Ayacucho el 9 de
diciembre de 1824. El triunfo de esta batalla le valió
de parte de
Bolívar el ascenso al
mariscalato.
El Congreso peruano aprobó
la nueva jerarquía y el gobierno
colombiano lo ascendió a general en Jefe.
De él dijo Bolívar:
"El general Sucre es el
padre de Ayacucho;
es el redentor de los hijos del Sol;
es el que ha roto las
cadenas con que
envolvió Pizarro el Imperio de
los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha
y el otro en el Potosí, llevando
en las manos la cuna de
Manco Capac y contemplando las
cadenas del Perú rotas por su espada".
Es el cofundador y primer Presidente de la
República de Bolivia, a los 31 años.
Al Regresar a Colombia
en 1828, ocupó altos cargos en el ejército y
como jefe de éste venció a los peruanos y finalizó la guerra colombo-peruana. Ocupó la
Presidencia del Congreso de Colombia. Trató junto a Juan
García del Río y del Dr. Estévez de llegar a un acuerdo con los
separatistas venezolanos.
Una muerte anunciada
La tan esperada vida
familiar no dura mucho: es necesaria su presencia en el Congreso Admirable,
para ayudar a definir el rumbo
político de la
Gran Colombia. Como representante de Cumaná viaja a Bogotá, donde es
nombrado presidente de esa asamblea. Se
conocen de antemano los
intereses separatistas de
Venezuela, alentados desde algunos
años atrás por
José Antonio Páez, entonces
jefe superior de los departamentos del Norte (es decir, de Venezuela).
La negativa de los
venezolanos a participar en el Congreso es contundente, así que Sucre es
designado para viajar a su país en una misión conciliadora, destinada a impedir
la disolución de la Gran Colombia.
Como presidente del
Congreso Admirable, quiso a conversar con José Antonio Páez, pero este le negó
el ingreso a Venezuela. Para mayor ironía, quien así se lo hizo saber fue uno
de sus primeros jefes, Santiago Mariño.
Se ubica en Cúcuta, en
espera de los emisarios de Caracas. Las informaciones que llegan son
desalentadoras: se ratifica la decisión
del gobierno venezolano de romper sus vínculos con el
proyecto de Bolívar. Regresa a Bogotá cuando la disolución de la Gran Colombia
es un hecho irreversible. Bolívar ni siquiera está en la ciudad: tras renunciar
ante el Congreso, se ha marchado a Santa Marta.
Profundamente
desalentado por el fracaso del proyecto
político que había compartido con el Libertador desde 1817, decide regresar a
Ecuador para encontrarse con su familia. Viaja de Bogotá a Quito, por la vía de
Popayán y Pasto, acompañado por seis personas: un diputado, un sargento, un
soldado, un sirviente y dos arrieros. En Popayán le advierten que su vida corre
peligro, hay fuertes rumores sobre un atentado. En su paso
por la selva de Berruecos, los viajeros se separan un poco
para poder avanzar entre los apretados árboles y la maleza. El momento
está servido. Allí recibe cuatro disparos que se alojan en su cabeza,
cuello y pecho. José María Obando, comandante general del Cauca, es señalado
como el autor intelectual del asesinato. Curiosamente, el único condenado
por este
crimen es su ejecutor, Apolinar Morillo, fusilado una década más tarde
en Bogotá.
Sucre representaba la
más legítima y cabal posibilidad de continuación del proyecto unificador de
Bolívar. Su muerte resultaba así necesaria para los enemigos políticos del
Libertador, que se oponían radicalmente a la unión colombiana y encargaron
Obando del crimen. Su asesinato constituye la manifestación más cruda de los
enfrentamientos existentes entre las distintas tendencias políticas de los
países recién independizados. Sus restos permanecen en la Catedral de Quito, en
Ecuador, país donde se le venera.
Su asesinato anunció
el derrumbe de la Gran Colombia.
Se dice que Bolívar
enfermo y achacoso en Cartagena, al conocer
la noticia de su muerte exclamó: ¡Dios de los Cielos, han derramado la
sangre del inocente Abel.
Fuente bibliográfica:
-A. Gómez Espinosa,
en Historia de Venezuela Documental y Crítica,
Editores Difusora Venezolana del
Libro
-Simón Alberto
Consalvi, comentario a la Biografía de Antonio José De
Sucre, escrita por Alberto Silva Aristigueta, Biblioteca Biográfica
Venezolana, C.A. Editora El Nacional
-Rostros y Personajes
de Venezuela, C. A. Editora El Nacional
Fotografía: Cortesía la
Website de Biografías y Vida
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