martes, 10 de julio de 2018



Grandes virtuosos de la música

FRANZ SCHUBERT
La breve vida de un gran compositor

Al abordar  cualquier  aspecto de la vida y la obra de Franz Schubert conviene tener en mente la advertencia hecha por George Grove, musicólogo y escritor inglés, en la primera edición de su célebre Diccionario de música: “No hay evocación de Schubert que sea satisfactoria por la razón de que es imposible establecer una relación entre su vida y su obra, o más bien, para decirlo con propiedad, porque no hay una vida que relacionar con la obra”. Ésta es, sin duda, una manera excesiva de apuntar a la contradicción que ha intrigado siempre a los biógrafos del músico, y que constituía un misterio ya para los miembros del círculo íntimo de amigos del que se rodeó en vida. Esa contradicción asumía varias formas y se expresaba en más de un nivel; desde los más elementales y simples, como su aspecto físico y talante, hasta los más elaborados, verbigracia su música.
Cuando falleció Ludwig van Beethoven, Franz Schubert contaba treinta años. Sin embargo, no sobrevivió al eminente compositor vienés ni siquiera dos años, ya que una grave enfermedad se lo llevó por delante.
En esos últimos meses de su corta vida compuso algunas de las obras más significativas del conjunto de su catálogo: una gran sinfonía en do mayor (la novena), los últimos cuartetos para cuerda, un estremecedor quinteto para cuerda, varios liedery (breve composición vocal), una serie de sonatas para piano.
Schubert estuvo marcado por su destino, a pesar de que gracias a su enorme talento podría haber llevado una vida exitosa y libre de preocupaciones. Nació en las proximidades de Viena; el 31 de enero de 1797, era hijo de un maestro. Desde pequeño mostró unas aptitudes excepcionales. Recibió clases de canto, piano y órgano; estudió composición con diferentes maestros, entre ellos con el competidor de Mozart, Antonio Salieri, y muy pronto comenzó a escribir sus propias obras. Con dieciséis años ya veía una considerable obra. Sin embargo, se ganaba el sustento como profesor ayudante hasta que encontró el apoyo de un amigo. Tardó en ser conocido por el mundo musical vienés, porque prefería el ámbito privado para estrenar sus obras, y no fue hasta el 26 de marzo de 1828 cuando consintió en celebrar un concierto público. Todavía se tardarían décadas en descubrir la grandeza de sus obras.

OSCURIDAD Y POBREZA
Mucho se ha escrito acerca de la pobreza de Schubert y las dificultades materiales que lo acompañaron a lo largo de toda su vida. Es cierto que sus orígenes familiares no lo favorecían: un padre maestro de una humilde escuela en un suburbio y una madre cocinera sin ninguna otra formación o cualidades no eran precisamente la mejor de las garantías de éxito social. Pero también en este aspecto de su vida puede decirse que su contradictoria personalidad le jugó una mala pasada a Schubert. Dotado de un genio musical tan arrollador que por méritos propios logró hacerse admitir en la escuela de música más renombrada de la ciudad. Su personalidad y carácter afable, además, le ahorraron el penoso encierro en sí mismo, el ensimismamiento del que tanto había sufrido Beethoven, que para Schubert era, junto con Mozart pero en grado superlativo, el Dios de la música. Hasta tal punto, que cuando ya sufría en muchos frentes los embates de la enfermedad, pidió expresamente que sus restos fueran enterrados lo más cerca posible de la tumba de su ídolo en el cementerio de Wahring, en Viena.
Y sin embargo, Schubert fue por completo incapaz de hacerse valer como músico, puede decirse incluso que ni siquiera lo intentó en serio. Aparte de enviarle a Goethe algunos de sus lieder inspirados en poemas del maestro de Weimar, y de su empecinamiento en que las óperas que componía eran lo más valioso de su producción, no es una exageración afirmar que Schubert apenas movió un dedo por lograr que su música se difundiera en los círculos musicales de su ciudad natal, condición indispensable para aspirar a una vida material un poco más holgada. Se puede decir que tampoco tuviese algo de suerte.

EL GENIO SINFÓNICO
Al margen de su personalidad, que lo llevaba a cultivar con mimo sus amistades y dedicarles mucho tiempo, Schubert estaba dotado de una prodigiosa capacidad de trabajo y de la no menos prodigiosa facultad de concentrarse a fondo exclusivamente en su oficio de compositor. Es lógico pensar que hubiese podido llegar a dominar todos los géneros y tipos de escritura, a la vista de la calidad y diversidad de su producción. Pero hay un género de música, el sinfónico, para él porque sus aptitudes parecen casi innatas y a la vez perfectas. De hecho, lo que más llama la atención de su música de cámara, incluso de sus sonatas pianísticas, es la concepción sinfónica de las partes que las componen.  Da la sensación, oyéndolas, que es posible transcribirlas para conjunto sinfónico sin grandes dificultades y también sin que pierdan su esencia. De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando su música fue finalmente descubierta y admirada en Austria y Alemania, gracias sobre todo a los esfuerzos nada menos que de Schumann, Mendelssohn y Brahms, se acostumbraba tocar en conciertos algunas de sus obras más emblemáticas transcritas de esta manera.
En 1821 le diagnosticaron una sífilis; en aquella época esto significaba que estaba condenado. Schubert así lo comprendió, y más que nunca se dedicó de lleno a la composición. Sus obras, a partir de esta fecha, tienen a veces un tinte melancólico, a ratos incluso sombrío. En octubre de 1828 parecía que mejoraba su estado, así que aceptó emprender con sus amigos un viaje a pie para visitar Eisenstadt y la tumba de Haydn. El esfuerzo quebrantó su salud: un mes después, el 19 de noviembre, fallecía. Para no difundir la causa de su muerte, se dijo oficialmente que había sucumbido a una fiebre tifoidea.
Las composiciones de Schubert son: Obras escénicas, óperas, operetas alemanas y música para espectáculos teatrales. Música de iglesia. Obras corales y vocales. Obras orquestales. Música de cámara. Obras para piano.
Entre sus grandes composiciones se destacan: Sinfonía Nº 8 en Si menor "Inacabada". Sinfonía Nº 5 en Si bemol mayor. Quinteto para piano y cuerda en La mayor “La trucha”. Cuarteto para cuerda en Re menor. “La muerte y la doncella”.
Fuentes bibliográficas:
Historia de la música clásica. Gran selección de Deutsche Grammophon.
Grandes Compositores Editorial Sol 90, Barcelona,España.  
Grandes Compositores Salvat Editores, Arturo Reverter, Pamplona, España.
y ABC de la música clásica de Eckhardt van den Hoogen (258)     
Fotografía: Cortesía de Compositores Famosos




1 comentario:

  1. interesante biografía, lástima que la timidez de Schubert o quizas una baja autoestima sumado a su enfermedad, le impidieron destacarse en el ambito musica.

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